En el siglo XI, el papa Urbano II "recomendó la imposición de la ceniza a todos los fieles como signo distintivo de la inauguración de la Cuaresma", según indican fuentes de la VicarÃa de Evangelización del Arzobispado.
"La imposición general de la ceniza muestra el carácter social del pecado, suma de todos los pecados personales", según las mismas fuentes que añaden que "las prácticas cuaresmales recomendadas son la mayor escucha de la Palabra de Dios, junto con la oración, el ayuno, y la limosna, concluyendo en una celebración del sacramento de la Penitencia que nos lleve a encontrarnos con la gracia del perdón".