No necesitan agua, ni a través del método tradicional de la inundación, ni riego por goteo. Ni abonos. No producen frutos, ni son comestibles. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha multiplicado una nueva variedad de producto en la tradicional huerta valenciana, el de las vallas publicitarias.
Bromas aparte, es interesante observar -y más todavÃa hacer una catalogación-, cómo se ha multiplicado esta modalidad publicitaria por todas partes. Se aprovechan fachadas de viviendas, farolas, postes eléctricos y cuando no hay sujeción natural, se colocan vallas gigantescas que nos bombardean publicitariamente mientras paseamos por pueblos y ciudades o mientras conducimos. En la era de las prohibiciones de conducir y hablar por el teléfono móvil y de conducir y rascarse la nariz, sorprende que esta moda no haya llegado a las vallas ubicadas en lugares visibles sólo para los conductores. Pero todo se andará.
Si vamos cámara fotográfica en mano y observamos tranquilamente nuestro entorno, sorprende las decenas de vallas que nos invaden, hasta el extremo de que ya se han hecho un hueco en nuestros campos de la maltrecha huerta valenciana. En algunos casos, como la imagen tomada en unos huertos del término municipal de Alboraia, en el trayecto desde la Universidad Politécnica dirección ronda Norte, una fila de vallas publicitarias es la única plantación en estos momentos.