El "¡ja estem en falles!" puede no ser buena noticia para todos. Los propietarios caninos habrán notado que con el incremento de petardos en las calles, sube también el nivel de excitación de los perros, y, por tanto, disminuye su nivel de bienestar.
Riesgos
Desgraciadamente son muchos los inconvenientes de los ruidos estridentes, inesperados y fuertes para los animales, ya que, por ejemplo, el perro cuenta con el doble de músculos en cada oreja que los seres humanos. Así pues, en el momento en el que el animal tiene totalmente desarrollado el sentido del oído, puede escuchar entre cuatro y siete veces más la distancia que puede oír un humano con una audición normal. De hecho, pueden escuchar una tormenta en activo a veinticinco kilómetros de distancia. Así que, para ellos, un petardo puede ser realmente abrumador.
Estos ruidos pueden generar en el peludete varias reacciones, dependiendo de sus experiencias y su personalidad. Un perro totalmente habituado puede dejar pasar el mal trago, pero uno que no lo esté puede realizar varias acciones: desde huir hasta esconderse detrás de su humano o tener taquicardias. Por tanto, imagínese el lector, un perro que huye y sufre un atropello -ya que no ve más allá que alejarse de la fuente auditiva y no percibe ni siquiera el paso de coches debido a su estado de alerta- o un perro que, por no saber gestionar la ansiedad, sufre un infarto -no sería ni la primera ni la última vez que ocurre-.
Y sólo son dos ejemplos de cómo puede afectar al animal la pirotecnia.
La habituación
Por ello, la clave está en la habituación. Se trata de ir acostumbrando al animal poco a poco a ruidos similares a los petardos para que el día de la verdad lo tengan asumido como un ruido más del entorno y no se alarmen. Con una buena habituación, los propietarios pueden salvar, literalmente, la vida a su perro.
Sin embargo, acostumbrar a un can a la pirotecnia es un trabajo que, dependiendo de la dedicación del propietario o adiestrador, suele llevar meses. Es recomendable hacerlo, además, siempre de la mano de un profesional, ya que durante el proceso, si no se realiza bien, se puede conseguir el efecto contrario o incluso una indefensión aprendida, que también puede llegar a ser mortal.
Con todo, la habituación es un proceso progresivo. Se puede empezar presentando al perro materiales como guantes de látex, ya que el ruido que hacen al explotar es bastante menor al de un Súper Masclet. El proceso consistiría en hinchar el guante y hacer pequeños ruidos con él hasta que le genere curiosidad al perro. Es importante presentárselo como algo atractivo, para que sienta curiosidad y tienda a explorarlo. Si el perro no tiene curiosidad por el elemento, una opción es impregnarlo de olores que le resulten motivantes, como salchichas o jamón.
Cuando el perro esté jugando, no hay que presionarle. Es imprescindible dejar pasar los tiempos adecuadamente. En el caso de que el guante explote, no se debe acudir a socorrer al animal, ya que ahí se refuerza la emoción del miedo y el comportamiento huidizo. Es mejor juguetear con los trozos de guante hasta que lo normalice, sea en unas horas o sea en semanas.
Una vez ha pasado esta primera fase, otras opciones son una lata con piedrecitas dentro, una pandereta o una maceta metálica con objetos que se muevan en su interior. Todo ello el perro lo percibirá como sonidos similares a los de la pirotecnia -guardando las distancias- y le ayudará el día de mañana a no sentirse tan abrumado con los petardos, tracas o fuegos artificiales.
Es imprescindible que todo ello sea progresivo, y que la persona que esté realizando la habituación sepa "leer al perro", porque éste le indicará su nivel de tolerancia y cuándo es demasiado para él.
Otros momentos clave
También hay que tener cuidado con los paseos. Es totalmente perjudicial llevar al perro a los lugares donde hay más actividad pirotécnica, y las horas son fundamentales. Si los propietarios pueden prevenir al máximo posible la exposición del animal a los petardos, el perro vivirá mucho mejor las fiestas josefinas o cualquier celebración que implique pirotecnia.
En el momento de estar en casa, hay varias formas de prevenir que el animal sufra experiencias excesivamente desagradables con los petardos. En primer lugar, se pueden cerrar las ventanas de la casa para evitar la entrada de ruidos indeseados. También se puede distraer al perro con juegos de estimulación cognitiva, tipo Kong o juegos de inteligencia, ya que, además de mantenerlo entretenido ayudan a prevenir el aburrimiento del animal, así como los problemas de conducta, ayuda a incrementar su autoestima y mejora el vínculo con los propietarios.
En el caso de que estas fallas el perro no esté habituado al sonido de los petardos, siempre queda una opción que beneficiará a toda la familia: unas vacaciones en un lugar tranquilo evitarán el malestar de la pirotecnia tanto a perros como a humanos, y ayudarán a cargar las pilas para volver a la rutina.
Con todo, quien tiene mascota y vive en València debería prevenir este tipo de situaciones antes de adquirir al animal, ya que, mientras unos están en el casal con la verbena y los masclets, otros les esperan en casa y se juegan la vida cada mes de marzo.