Hace sólo unos días Fran Martínez Ortiz nos contaba un poco cómo había combinado sus dos grandes pasiones: las matemáticas y el fútbol. Contra lo que muchos puedan pensar, las matemáticas siguen teniendo salidas profesionales, y es que a poco que ahondemos, nos daremos cuentas de que toda nuestra vida está regida por las matemáticas: desde nuestro calendario hasta los filtros que aplicamos a las fotografías en Instagram son una serie de elecciones matemáticas. De hecho, incluso la poesía y la música son, dejando el arte a un lado, fórmulas matemáticas en que la métrica y los compases crean una receta que sencillamente funciona (y hablando de recetas, también la cocina, y en especial la repostería, requieren muchas veces una precisión matemática).
El mundo del deporte, no obstante, es un terreno en el que se puede apreciar de manera mucho más directa, porque las matemáticas intervienen en todo el proceso. Deporte y competición van inevitablemente de la mano, sea en deportes individuales o de equipo, sea compitiendo para ganar a un rival o para batir nuestra propia marca personal, nos basamos en cifras para medir nuestro rendimiento. En baloncesto, se puede anotar de uno a tres puntos por tiro, si es que hablamos de cómo computan nuestros movimientos para el resultado final, y por supuesto, toda competición está regida por unos tiempos. El formato de las ligas y campeonatos también cuenta diferentes las victorias locales que las conseguidas a domicilio, con un sistema de puntos que obliga a los equipos a planificar bien los esfuerzos invertidos en cada partido y también los recursos humanos, ya que a veces interesa más reservarse jugadores para encuentros cruciales.
También en algunos deportes, sobre todo los mentales, el número de movimientos es importante. Ajedrez, damas, backgammon, billar... de hecho, ¡este último debe tener en cuenta incluso cálculos trigonométricos! También deportes como el golf deben tener en cuenta el número de movimientos, aparte de calcular diferentes variables como la velocidad del viento y su dirección, el swing y conocerse muy bien uno mismo. Como sabemos, una vez realizados estos cálculos debemos elegir correctamente numeración del palo y material (hierro o madera). En definitiva, matemáticas en todos los puntos del proceso.
En una línea diferente se encuentran el ajedrez o el poker, en los que hay que calcular probabilidades y ver las posibles consecuencias de cada jugada. Las matemáticas, sobre todo en el segundo, suponen la tercera parte de la estrategia, que se apoya también en el control emocional. Los habituales de las salas de
888 Poker saben que las partidas no se deben considerar tampoco de manera individual sino como parte de un proceso: jugar a medio o a largo plazo, sabiendo que una pérdida inicial no es sinónimo de derrota, suele ser la estrategia de aquellos que no dejan todo en manos de la suerte sino que emplean la deportividad para alcanzar una gran victoria. El cálculo mental en poker no se emplea sólo para conocer las probabilidades sino para tener presente las cartas que han salido y las que quedan por salir, y en función de los movimientos de los rivales, adivinar quién tiene cuál carta. Una técnica que también muchos emplean en el dominó, otro juego de habilidad matemática que sin embargo no requiere una estrategia tan sofisticada como la del poker.
No podemos obviar, además, el hecho de que normalmente al poker se juega con dinero, por lo que también hay que realizar cálculos para saber si tenemos posibilidades de recuperar una inversión a medio o largo plazo, es decir, si en algún momento estamos registrando pérdidas, saber si es parte del proceso con vistas a recuperar a lo grande en unas pocas jugadas o es el comienzo del fin y resulta más prudente retirarse. Los jugadores profesionales controlan este punto a la perfección. Hablando de dinero, no sólo el poker debe tener en cuenta si la inversión saldrá a cuenta: todos los deportes de equipo prestan cada vez más atención a las estadísticas individuales de los jugadores para el mercado de fichajes. Este negocio no contempla simplemente el índice de victorias y derrotas, sino la probabilidad de lesiones, de conflictos a nivel personal con otros jugadores o el tiempo que aguanta un jugador en un equipo antes de decidirse a cambiar.
Tal importancia ha ganado ya el manejo de probabilidades, cálculos presupuestarios y en general el uso matemático en deportes, que entre los juegos más vendidos (y jugados) cada año se siguen manteniendo las ediciones anuales de FIFA o PES. Los amantes del deporte rey no se conforman con disfrutarlo de manera física en los campos de fútbol, sino que desean experimentar de manera lúdica con la otra cara del deporte, la del cerebro, comprendiendo que el
conjunto cuerpo-mente
es la mejor baza para obtener resultados. A fin de cuentas, toda práctica lúdica se puede aplicar posteriormente en la competición, sea amateur o profesional.