Sagunto
y con él El Puerto de Sagunto, claro está, no están hechos de
lÃmites ni de identidades exclusivistas que buscan aislar y separar
sino que, antes al contrario, son esos mismos puntos los que
confieren a nuestra ciudad su carácter diverso y enriquecedor;
único porque es diverso, múltiple; vocacionalmente abierto a todos
sin distinguir ni dividir, compartiendo y no aislando, viendo en
todo lo que es de todos y viendo en todos la razón singular de su
mismo ser, de su misma esencia integradora. Los signos y puntos
diversos (monumentos, lugares y personas) son la verdadera forma de
su existencia porque existen en nuestra tierra por su carácter
mismo y por su historia diversa pero no exclusiÂvista ni
separadora.
Sagunto
no está hecho de identidades que excluyen sino de aportaciones de
todos; siendo distintos pero no por ello siendo iguales aunque
compartiendo lo mismo y lo que es de todos que es la raÃz vertebral
de nuestra historia y nuestra tierra. Nuestra historia común es la
propia justificaÂción de nuestra ciudad como potencia económica
y polÃtica que siempre aumenta y jamás reduce.
Sagunto
tiene y acepta esa neÂcesidad misma tan importante de
enÂriquecer su presente con personas y acciones, con esfuerzos y
trabajos junto a otros aunque distintos pero sin estar en una tierra
diferente pues el núcleo del Puerto de Sagunto creció en campos y
marjales que desde antiguo recibÃan y reciben su nombre que no es
otro que no pueda ser Sagunto.
Hay
tantas identidades como personas, marcando los propios pasos que
conducen al encuentro y no a la sepaÂración, marcando fronteras
donde no las hay y guiando caminos que no existen; relatando
historias no escritas que jamás han existido ni existirán porque
Sagunto, en su historia sà escrita, siempre se ha caracterizado por
su caÂpacidad de sumar voluntades y acciones aceptando culturas
distintas sintiéndolas como propias y también necesarias. Es un
error separar esfuerzos, teniendo juntos una mayor capacidad de
acción. Nuestra ciudad está hecha de aportaÂciones que vienen a
converger y no aislar, con pasos breves pero seguros en un espacio
común, en una tierra común que se llama Sagunto.