La vida humana es un tanto complicada. De cuando en cuando nos vemos
obligados a corregir lo andado. Muchas veces el camino tomado es peor
que el dejado. No siempre acertamos ni quedamos satisfechos. La
Psicología nos enseña que siempre queremos tener razón, aún
cuando no la tengamos .Este fenómeno lo llaman "sesgo de
confirmación". Pretendemos ignorar cualquier información que
esté contra nuestras creencias y desechamos las razones que otras
personas nos proponen.
Se dice que el mayor ruido lo produce siempre el cántaro vacío. En
el mundo político se prodigan los términos "cambio y
progreso", prestos siempre en boca de los políticos de izquierda,
al igual que la palabra "inmovilista, dicha contra la derecha.
Cambio y progreso expresan no pararse en el presente, dejarlo atrás,
mirar hacia un nuevo amanecer político. Plauto nos dice que muchas
veces dejamos lo que es seguro, mientras hacemos lo que es incierto.
Queremos saltar y caemos en un charco. Cambio y progreso son términos
indefinidos, ni buenos ni malos.
La palabra progreso nace del verbo deponente latino progredior que
significa ir hacia adelante, avanzar... Pasear es muy loable y sano,
pero saltarse un semáforo es temerario y avanzar hacia un precipicio
es suicida.
Muchas veces más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Se
nos propone y ofrece cambios políticos sugerentes, de ensueño,
cartas de Reyes Magos, pero... de lo dicho al hecho hay siempre un
gran trecho. Nos dice el refrán que no es todo vera lo que nos dice
el panadero, ni es oro todo lo que reluce. Las apariencias engañan.
Palabras y plumas el viento las lleva.
En 1978 los españoles hicieron un gran cambio. La Guerra Civil y la
Dictadura del General Franco había enfrentado a los españoles .EI
odio y el rencor era moneda corriente .Políticos huidos al
extranjero llegaron a España con el rencor y el odio en sus mentes,
enfrentados a los que habían gobernado con Franco. Surgían
organizaciones de terror: Eta, Frap, Grapo. Sus asesinatos horrorosos
estremecían España. Pese a todo, con un ánimo que les honra,
dejaron atrás el odio y el desprecio y se avinieron a escribir una
Constitución, la única que nació del consenso .No pensemos que fué
tarea fácil .Lógicamente conformaban ideologías distintas.
Concretamente el Capítulo VII, tema de las Autonomías, se las
trajo, pues no todos opinaban igual .A trancas y barrancas, dejando
el odio y la ideología en la alforja, nos legaron una nueva
Constitución, aunaron sus ideologías en lo fundamental, e hicieron
una gran reforma, renunciando a la ruptura.
La constitución tiene pequeños defectos que pueden corregirse y
disponemos para ello de legales mecanismos. Hacer una nueva
implicaría una inestabilidad peligrosa y una ruptura social.
Nuestros padres dejaron sus egoísmos, hicieron un gran esfuerzo y
"unieron las dos Españas'".
Hoy, por desgracia, observamos que ciertos partidos se mascan, pero
no se tragan. El Presidente Zapatero dijo que para lograr ciertos
objetivos políticos era conveniente cierta tensión. Algunos han
sido maestros: protestas, escraches, cerco al Parlamento,
enfrentamiento con la policía, desprecio al Ejército, burla de
lugares sagrados, quita de placas, monumentos, realizado todo con
gran ardor ideológico.
¡Qué diferencia entre aquellas políticas del 78 y las presentes!
Aquí no hay rey ni Roque .Cada uno a la suya. Hasta se niegan el
saludo y dejan de hablarse. Han convertido la verdad en error y el
error en verdad. La moral política ha desaparecido. Prefieren ser
pirómanos que bomberos. Intentan quebrar la presa del vecino y que
toda su agua vaya a su molino. Lo verdaderamente lamentable es que
salte por los aires la hermosa arquitectura del 78 ¡Y vuelvan las
dos Españas!
Recuerden aquello que decía la Celestina: Quien bien tiene y mal
escoge, del mal que le venga no se enoje.
Los españoles sabemos que no hay daño que no tenga apaño, ni
nublado que dure un año. No podemos creer en milagros. No se ganó
Zamora en una hora. En estos momentos difíciles nuestros gobernantes
tienen que decirnos la verdad, aunque no nos guste. Lo fácil es
prometer el oro y el moro, atacar al que gobierna y prometernos un
sueño imposible. No hagamos caso a aquellos políticos que sólo
piensan en el yo, después yo y siempre yo.