Desde que somos apenas unos niños nuestros padres nos enseñan hasta
la saciedad a pedir las cosas por favor. ¿Cómo se dice? le enseña
la madre al pequeñÃn cuando el pobre le pide algo. ¿Cómo se dice?
le vuelve a insistir cuando la vecina del segundo le ofrece al niño
una chucherÃa. ¿Cómo se dice? le dice de nuevo cuando la tÃa le
hace un regalito.
Ese niño, que podrÃamos ser cualquiera de nosotros, a lo largo de
su vida de infante, se ha tenido que oÃr unas cuarenta mil veces la
misma frase machacona. Con ese ritmo, es lógico que pedir las cosas
por favor y el dar las gracias, estén grabados a fuego en la mollera
de todo quisque y sea algo que se dice apenas sin pensar. Se da por
supuesto que estamos hablando de padres que dan buena crianza a sus
hijos pues, como dice el proverbio: "De todo tiene la viña: Uvas,
pámpanos y agraz". El resultado es que ese niño, aunque tenga
aprendidas esas frases como un mantra y las repita de memoria, igual
que se aprendió el Padre Nuestro (Por cierto ¿hoy en dÃa también
se aprende el Padre Nuestro?), sabe la fórmula de memoria y la
emplea adecuadamente. Asà que por mor de la repetición y el
aprendizaje constante, ese niño de mayor sabe pedir las cosas y dar
las gracias después.
No ocurre lo mismo con otras formulas que también nos van a ser tan
necesarias en la vida. Me estoy refiriendo a las locuciones para
pedir perdón o disculpas. Esto es algo que cuesta un poco más, a
veces mucho más, y me explico. Las expresiones para pedir perdón o
disculpas, se usan muy poco a todos los niveles. No vale el que dice
perdón a todo trapo sin saber lo que dice. Me refiero, sobre todo,
cuando esa persona tiene que reconocer expresamente una falta. AhÃ
es cuando cuesta sacarlo de verdad. Decir perdón, excúseme o
disculpe, entre nosotros casi parece un esnobismo, un anglicismo,
algo a imitación de las pelÃculas.
No en balde se escucha mucho más en las traducciones de pelÃculas
extranjeras, donde pedir disculpas es algo habitual. Busquemos un por
qué a esta cuestión. Pienso que por favor y gracias siempre están
relacionados con el hecho de obtener algún beneficio. ¿Pero qué
provecho sacamos pidiendo perdón? nada más que reconocer un error o
declararnos culpables de algo, y hay muy pocas personas dispuestas a
esos extremos. Enseñemos a nuestros hijos la sana costumbre de
disculparse siempre que existan los motivos. Digamos a nuestros hijos
¿cómo se dice? cuando tengan que reconocer un error y se
acostumbrarán a pedir disculpas de mayores antes de que se lo echen
en cara como les pasa hoy en dÃa a tantos personajes de la polÃtica.
Todos saldremos ganando.