En los últimos tiempos hablar de polÃtica se ha vuelto una tarea
ardua y complicada, casi podrÃamos decir tabú en según qué
contextos. Los numerosos escándalos de corrupción, las incontables
tramas de los grandes partidos que nos han venido gobernando en los
últimos cuarenta años, los conflictos, los intereses personales,
los tejemanejes de los medios de comunicación para aupar o hundir a
unos u otros, han provocado en gran parte de la población un
fenómeno que algunos han tenido a bien denominar "desafección
polÃtica".
Es más frecuente de lo que serÃa deseable encontrar
personas desilusionadas con el ámbito polÃtico, quién no ha
escuchado o pronunciado las palabras: Son todos iguales!, Sólo miran
su propio interés!, Votar???, para qué???, nunca cambia nada…. .
Las redes sociales, instrumento que ha servido indudablemente para
lograr la movilización de la ciudadanÃa en asuntos de verdadera
trascendencia, también han tenido su efecto nocivo extendiendo cual
virus letal hasta convertir en pandemia la temible "desafección
polÃtica".
Es cierto que los conflictos salpican de manera
cotidiana a los diferentes partidos polÃticos, pero también es
cierto que los conflictos forman parte de la condición humana, nos
permiten avanzar, el choque entre dos posturas frecuentemente supone
la gestación de una tercera, a menudo mejor que las dos anteriores,
una humanidad sin conflicto serÃa pues una humanidad estática,
condenada al inmovilismo. Asà pues, no puedo dejar de reflexionar
sobre la trascendencia de lo que está ocurriendo, y trato de
analizar las posibles consecuencias que podrÃan derivarse de esta
situación oscura que atravesamos. AndalucÃa ha sido un escenario
que deberÃa hacernos recapacitar, el precio que se ha pagado debido
a la crisis polÃtica ha propiciado el arribismo de un movimiento
polÃtico más propio de un pasado que todos quisiéramos borrar.
Pero volvamos al concepto inicial, la PolÃtica. ¿De verdad
podrÃamos imaginar un contexto social en el que se pudiera
prescindir de "La polÃtica"?. Trato de analizar esta situación
una y otra vez, es algo que me preocupa, sobre todo en los últimos
tiempos en los que decidà introducirme de forma directa en "estos
lodos" como dirÃan algunos y comprobar de primera mano el
funcionamiento de esta maquinaria, tan antigua como el ser humano, y
por más vueltas que le doy no entiendo cómo es posible
desilusionarse por completo. Mi experiencia me ha enseñado que la
polÃtica no es más que una herramienta, y que según en qué manos
se encuentre puede servir para derrumbar la más férrea construcción
o para crear los más bellos cimientos.
Platón y Aristóteles ya
hablaban de polÃtica en la antigua Grecia, de hecho el término
proviene de Polis (ciudad), y etimológicamente podrÃamos definir la
polÃtica como el estudio de la vida en la ciudad, es decir, donde
haya un grupo humano estable habrá una Polis y por lo tanto… se
generará polÃtica, asà pues el ser humano no podrÃa jamás
prescindir de la polÃtica de la misma forma que no podrÃa hacerlo
del lenguaje y la comunicación, ni por supuesto del conflicto. Todos
ellos son conceptos inherentes al ser humano y como tales serÃa un
error desterrarlos, puesto que nos privarÃamos de herramientas tan
básicas y necesarias para nuestra evolución como en su dÃa lo fue
por ejemplo, el fuego.
Dicho esto, partiendo de que la polÃtica es una herramienta
fundamental y de que los conflictos o las crisis pueden ser no sólo
peligros sino también oportunidades (asà lo reflejan los Chinos en
su vocablo),¿ por qué seguimos empeñados en declinar la balanza
hacia el lado oscuro y dejarnos intoxicar por los vientos pesimistas
que nos conducen irremediablemente hacia un destino contra el que
llevamos años luchando???. Esto ya ha de ser cuestión personal de
cada una, en función de sus experiencias y sobre todo de sus
esperanzas, por mi parte la decisión está tomada.
Renunciar a la
polÃtica no es una opción, la consecuencia podrÃa ser devastadora,
la polÃtica no es mala cosa, y el hecho de que malas personas hagan
malas polÃticas no ha de ser motivo para desilusionar a todo un
pueblo, autonomÃa o nación. Probablemente los años me quiten la
razón, no lo sé, de momento no quiero dejar de creer que una
realidad diferente y mejor es posible, ni tampoco quiero dejar de
creer en las bondades de la izquierda, cuya capacidad de
cuestionamiento frecuentemente se interpreta como empeño en retorcer
las cosas. Las personas que militamos en la izquierda todo lo
estudiamos, todo lo discutimos y todo lo analizamos, capacidad que
algunos interpretan como habilidad para dividir y para no llegar a
buen puerto, sin embargo con el tiempo he aprendido que las mejores
soluciones se generan de las mayores discusiones.
Esta es mi reflexión, ante un panorama sociopolÃtico complejo, es
necesario seguir adelante, rendirse no es una opción, dar la espalda
no conduce sino a la involución, a la desidia, a la pena de creer
que no pueda existir nada mejor. Soñar es algo de lo que nadie jamás
podrá privar a nadie, es un derecho propio, por lo tanto no
renunciemos a ello, sigamos soñando, sigamos creyendo, sigamos
participando.
Tu futuro, lo construyes sólo tú.
Salud y República!!!!