Manuel Martínez. - EPDATodo el mundo tiene claro que la gestión de esta pandemia no es tarea fácil, incluso en algún momento podemos llegar a empatizar con la posible angustia de nuestros dirigentes ante la gestión de una situación que es totalmente nueva para todos. Podemos llegar incluso a entender que en algún momento se equivoquen, rectifiquen, cambien de opinión o tengan dudas a la hora de tomar decisiones, pero lo que nunca se podrá entender es la mentira.
Nada más empezaron los cierres con el estado de alarma se comenzó a hablar de las ayudas que se iban a dar y posiblemente por la presión o por la ilusión se dijeron cosas que luego han distado mucho de la realidad. Se dijo que iban a ayudar a los autónomos en marzo pero luego había letra pequeña, sólo los que tuvieran pérdidas del 75%, a poco entender una regla de tres, es muy difícil llegar a ese porcentaje cuando sólo se cerró aproximadamente la mitad del mes.
Por otro lado se dijo que bajo ningún concepto iban a despedir a nadie en los próximos seis meses, por suerte rectificaron, entendieron que más vale una empresa con menos trabajadores que una empresa que eche el cierre por no poder mantenerlos. También se comentó las bondades de los préstamos ICO, menos mal que pronto hubieron muchas protestas ya que estos préstamos incluían en numerosas ocasiones por parte de las entidades financieras cláusulas que podrían ser consideradas incluso como abusivas. Y por concluir y no extenderme con los ejemplos, nos anunciaron a bombo y platillos ayudas a al sector turístico que luego, casualidades de la vida, fueron redirigidas únicamente a aquellos autónomos y empresas que pertenecían a un determinado programa o distintivo de calidad.
En fin, se acercan tiempos difíciles en los que habrá que tomar decisiones que no nos van a gustar, espero y creo que la ciudadanía estará a la altura y entenderá la necesidad de emprender determinadas acciones pero, con toda seguridad, siempre que se parta desde un punto de vista sincero.
