Sagunto vive un proceso de huida masiva
de empresas que, lejos de tener problemas económicos reales, encuentran en la
posibilidad de marcharse a países de mano de obra barata, una salida para
rentabilizar más sus cuentas.
España aborda esta salida de la crisis
con una incertidumbre que viene acechando al país desde hace mucho tiempo: qué
es lo que ofrece al resto del mundo.
Sagunto no deja de ser una perfecta
alegoría de lo que ha sido este país, rico en su primer sector, una potencia,
ahora en decadencia, del segundo y por último un sector terciario por
desarrollar en cuanto a calidad y modernidad.
En cuanto al sector primario (ganadería,
pesca y agricultura) con la entrada en la UE, España sacrificó lo que era su
principal baza y que competía de igual a igual con el resto de países del arco
mediterráneo pero con esa calidad y variedad productiva que, ni Francia ni
Italia llegaban a alcanzar.
En cuanto a la industria metalúrgica
hacía tiempo que ni el acero ni el carbón español encontraban mercado.
A punto de pasar al sector terciario, se
dudó entre el turismo de playa o el cultural y se dejó de lado el más
importante I+D+I que es garantía de futuro y que podría abrir el mercado al
sector secundario como base.
Sagunto encuentra con alguna empresa
puntera en su sector tecnológico (ENCAMINA es un claro ejemplo de ello pero
que es un pequeño islote en el desierto productivo propio) y un sector
turístico-hotelero que requeriría de una trasformación en profundidad. Todo
esto podría servir de colchón a unos trabajadores que se van a encontrar en la
calle dentro de poco si no cambia algo.
Pero mientras nuestra oferta para industria
sigue siendo ignorada inexplicablemente en la oferta general, los que trabajan
en ella se ven en una calle en donde ni el sector primario ni el servicios de
la comarca y/o el municipio les dan una oportunidad a reconvertirse. Falta
que Sagunto y la comarca se hagan fuertes en los lugares decisorios y falta
desarrollar el resto de posibilidades económicas.