Muchos somos aquellos que conocemos las marcas más famosas de relojes del mundo y somos pocos los que podemos imaginar la proliferación activa de este negocio. Dentro de la mayoría de los involucrados, muchos son aquellos que no comparten la creencia en que lo digital está destruyendo los antiguos mercados de lujo. Lo cierto es que, dentro de este pequeño mundo, sus particulares están lejos de considerarse obsoletos y la primicia de dar la hora no es la premisa base del mantenimiento del mismo. Es así como otros aspectos de venta tales a estatus económico, belleza, elegancia, entre otras características que han surgido, permiten a empresas como Patek Philippe, Rolex, IWC, Tag Heuer, Hublot, entre otras colocarse como negocios multimillonarios dentro de la economía actual.
Para los pocos conocedores, el poseer un reloj de este tipo, ha significado, dentro de los años anteriores y actuales, un símbolo de alto poder adquisitivo o de estatus económico elevado, generando en las masas una percepción inequívoca de galantería dentro de sus portadores. Esta imagen influye de sobremanera en las marcas respetadas, generando consigo una valorización de los productos que van más allá de los miles y millones de dólares ofrecidos por ellos. En una perspectiva mayor, esta percepción permite, de manera inequívoca, la revalorización de múltiples activos del mercado con el paso de los años, congratulando a los portadores con buenos rendimientos en el tiempo, tal y como recoge el
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