Venimos
de acabar las fiestas de Semana Santa y hemos de aceptar que en
España existe una variedad de celebraciones, de actos
tradicionales y de una vinculación con la identidad local que tienen
muy poco que ver con la significación teológica de estos días.
En muchos pueblos (Sagunto incluido) estos días son días de
fiesta, de salir a la calle, de juntarse con las amistades, de comer
y cenar, de pasear, de organizarse durante todo el año como excusa
para seguir juntándose las amistades. Como siempre y como
está muy estudiado, los poderes apoyan estos actos, para que el
pueblo se distraiga y tenga compromisos falsamente importantes y
no piense ni se esfuerce en otras cosas bastante más serias. Y a
nuestros concejales y concejalas del PP les encanta salir en la
procesión, no ocultos y tapados, sino bien destapados, para que la
gente les vea, lo cual seguramente es de una dudosa
constitucionalidad, porque el artículo 16.3 de nuestra Constitución
dice literalmente: "Ninguna confesión tendrá carácter
estatal". Entonces, ¿por qué van ellos y ellas como ediles y por
qué va la Policía Local superuniformada, la Policía Nacional y la
Guardia Civil? ¿Por qué hay que invertir tiempo y dinero
municipal en estos actos que no son del "pueblo", sino de una
legítima "confesión religiosa"?
Sería
coherente que, en vez de potenciar la folclorada, desde la Iglesia se
trabajara para subrayar la necesidad de ser coherente desde la
fe evangélica con la solidaridad con los más pobres y, por lo
tanto, con el alejamiento de las clases más poderosas y más
conservadoras que, en el fondo, son las que potencian estas
actitudes. Que expliquen por qué no pagan IBI en tantísimos
espacios urbanos y por qué les encanta tanto los privilegios y
recibir dinero de toda la sociedad y que les paguen los profesores de
religión. ¿Por qué no asumen un esfuerzo intenso para acoger y
ayudar a las personas más pobres y necesitadas y por qué no luchan
para que se hagan políticas comunes de apoyo a esta parte de nuestra
sociedad, con mejor educación, con más igualdad, con mejor
transparencia fiscal en vez de insistir tanto cada año en tantos
pueblos y ciudades con la fiesta y la tradición? Yo creo que ser
coherente entre lo que se cree y lo que se hace es muy importante y
más positivo que la obsesión de apuntar a los niños nada más
nacer. Y es más serio que valorar la fiesta de Semana Santa como un
acicate turístico y económico, lo que me parece el colmo de la
incoherencia y de la hipocresía. Estaría bien que Sagunto y Puerto
asumieran estos planteamientos y se olvidaran de los falsos valores
de las tradiciones, que hemos de superarlos para conseguir realmente
la modernidad.
Sólo
así conseguiremos superar el dominio brutal que en toda la
humanidad ha alcanzado el capitalismo neoliberal. Sólo quieren
dinero y dinero y dinero. Ni condiciones laborales justas, ni
derechos comunes, ni superación de la miseria y el hambre y el
abandono social. No sólo América Latina, Asia o África tienen
gravísimos problemas. En Europa sabemos que estamos al borde de
muchas cosas, mientras que los dueños secretos (y no tan secretos)
del dinero siguen aumentando su poder y haciendo que los poderes
pseudodemocráticos sigan tomando medidas contra el pueblo. Ahora
mismo vemos que hasta la Francia socialista se ha apuntado a
recortes y recortes y recortes. Me cuesta creer que la Europa
democrática no tenga fuerza suficiente para plantar cara a ese
capitalismo desalmado. Hemos de apretar desde abajo, porque hemos
de tener claro lo que dice el artículo 1.2 de nuestra Constitución:
"La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que
emanan los poderes del Estado". Somos nosotros y nosotras
quienes tenemos el poder y hemos de tener conciencia clara de eso y
de nuestra capacidad, por lo tanto, para luchar y para imponer
criterios. Para derribar el capitalismo neoliberal y a sus
delincuentes poseedores y para conseguir una Semana Santa para los
creyentes única y exclusivamente, sin ciudad y sin Estado.