Hace
unos dÃas comenté la noticia que más me habÃa impactado en mucho
tiempo; era la del pateo del soldado confederado en la población de
Charlottesville. Pues dicho impacto se vio superado el pasado
miércoles (30-08-17). La noticia en esta ocasión hablaba nada menos
que de suicidios.
Qué
cosa más terrible es el suicidio; ese trance llevado por la
desesperación, cuando no encuentras ninguna salida a tus problemas,
porque sencillamente no la hay.
Cuando
esa solución no depende de ti ni de nadie. Cuando parece que la
única salida es el abandono, la rendición total. La noticia de los
suicidios que pudimos ver en la prensa de ese miércoles, se referÃa
al trágico incremento de los suicidios entre los agricultores y
ganaderos franceses. DecÃa el titular que el pasado año 2016 fueron
737 los que se suicidaron por no poder sobrellevar la situación en
sus granjas o tierras, acuciados por las deudas, las malas cosechas
continuadas y el precio de sus productos cada vez más bajos, para al
final de todo ese calvario, perder tierras y casas por el impago de
sus deudas. O lo que es lo mismo, perder su forma de vida y su propia
identidad. Las proporciones de la trágica sequÃa a la que se ha
llegado por el actual cambio climático, afecta a toda Europa. Pero
lo mismo está ocurriendo en Australia o en Estados Unidos, donde el
Ãndice de suicidio entre ganaderos y agricultores, continua subiendo
por las mismas causas. No obstante, donde el problema se dispara de
verdad es la India con una media de 40 suicidios diarios, durante los
últimos veinte años.
AquÃ
termina la parte noticiable y empieza la reflexión. Y la primera
reflexión que nos hacemos es que el problema, independientemente de
nuestras palabras y actitudes, independientemente de cómo le
llamemos, continua sucediendo dÃa tras dÃa sin poderlo evitar ni
controlar. Las condiciones medioambientales van a continuar aunque se
reduzcan los niveles de dióxido de carbono y con ello, parece
inevitable que desgracias como esta u otras tipologÃas se agudicen
en todo el mundo. Y otra reflexión: el hecho de hablar de
porcentajes, precios, créditos o sequÃas, de alguna forma, está
ocultando el hecho de que tras todas esas palabras, existen personas
o, mejor dicho, dejan de existir personas, se rompen familias y
desaparece una forma de vida y una tradición. El problema se reduce
a unos números escritos en un papel: 737 muertos, 3.600 heridos,
500.000 desplazados, 7.500 desaparecidos. Y la lectura de todo esto
es que nos encontramos en el final de una era, el NeolÃtico, el
periodo que nos trajo la agricultura cuando las condiciones
climáticas eran propicias para ello y ahora, cuando están cambiando
las condiciones que lo crearon, estamos viviendo la desaparición
paulatina de ese mundo y con él, sus gentes. Una tragedia anunciada,
mas no por ello menos tragedia.