Cada vez que abordo una nueva
serie evito injerencias, comentarios… y no me refiero a críticas o
presentaciones, éstas últimas no me afectan. Pero prefiero adentrarme en cada
una sin prejuicios o condicionamientos externos, sobre todo visuales. Ya solo
me gusta ver tráilers,
y cada vez menos, en el cine, por aquello del ritual de acomodamiento previo a
cada película, pero reconozco que las sinopsis visuales de hoy nos hacen flaco
favor a aquellos que buscamos emociones fuertes y que les sorprendan. Será que
acumulamos años ya.
En cualquier caso, si nos
centramos en la propuesta que hoy nos ocupa, la serie de la BBC:
,
partimos de la base que todo el mundo mundial conoce aquella historia épica.
Bueno, conforme lo escribo comienzo a dudarlo, penita da el actual sistema
educativo. A lo que íbamos, la mitología griega nos relata la batalla entre
Troyanos y una coalición de ejércitos griegos (en sus orígenes: aqueos) que
quiere vengar la afrenta que sufre Menelao de Esparta al saber de la fuga /
rapto de Helena, su mujer, junto a Paris, príncipe troyano. Vamos que lo que
hay detrás es un ataque de celos y una 'cornamenta' entre la realeza que hacía
rayar techos y cimientos (cuando agachaba la cabeza el rey cornudo) de las edificaciones
espartanas.
Y todo en aquella época de egos
subidos, pues las disputas se dirimían, con el beneplácito de los dioses, en el
campo de batalla. Pero esta versión de Troya cuenta con una
serie de matices que la hacen brillar con luz propia. Por un lado, resulta muy
terrenal, más creíble, más mundana, más de ir por casa. Incluso los dioses no
tienen una posición determinante, se pasean por la escena como fantasmas. O sea
que cada cual decida si adorarlos o ignorarlos. Pero, por otro lado, se muestra
torticera, atrevida, si la miramos con los ojos de nuestro tiempo, al
presentarnos a personajes míticos (y así eran, míticos), que ya tenemos
asimilados en nuestro imaginario colectivo, de diferente manera.
La contradicción actual en
nuestros días también queda constatada en el hecho de que nos resulta increíble
que hoy, por un 'ataque de cuernos' entre los que detentan el poder, se generara
una respuesta bélica entre estados. Mientras, desgraciadamente, si comprobamos,
día tras día, como el problema de la violencia de género tiñe de sangre nuestra
sociedad 'civilizada'.
En cuanto a licencias de esta
serie inglesa, cabría resaltar un detalle. Si bien es verdad que la Grecia
clásica era centro de la civilización, unos tres mil años antes de nuestra era,
no sería menos cierto pensar que también era foco de una suma de diversidades,
donde los africanos, como los etíopes, por ejemplo, tenían su rango y
consideración. Pero de ahí a pensar que Aquiles pudiera ser negro, hay un
trecho. No sé si la producción actual juega a ver las historias del pasado con
ojos de hoy, si lo que trata es de polemizar o si, simplemente, damos por hecho
que Aquiles ya solo lo podemos ver con el deseado perfil de Brad Pitt, también
Hollywood tiende a simplificar. Pero bueno, no nos quedemos en la anécdota y
disfrutemos de una serie
coral con personajes que sobreviven, hoy día, a su propia historia:
Agamenón, Menelao, Helena, Odiseo, Aquiles, Paris, Casandra, Héctor, Príamo… ¡Y
si los dioses no olvidan, ya es tiempo de que nos honren!