El centenar de jóvenes religiosas que
ocupan el Convento que tienen en Godella (Valencia) han lanzado un SOS urgente
de necesidad imperiosa. A causa del coronavirus no pueden
recibir grupos de personas que acuden al cenobio a compartir su vida y oración,
ni a comprarle los dulces que hacen. Ellas viven de la reposterÃa que producen
en su obrador, en lo que llaman la "ConfiterÃa
Divina". De esta manera, desde que comenzó el confinamiento sus ingresos
son cero. En otros muchos conventos y monasterios está ocurriendo lo mismo.
Para nada su vida es tranquila o placentera como alguien ha atrevido a decir,
se sufre la misma inquietud material, la misma ansiedad y angustia, que el
resto de los mortales.
Ellas
hace dulces para bodas, bautizos, comuniones, arreglos florales, encargos
diversos que tienen éxito, pero son un centenar de bocas que alimentar, y viven
al dÃa dependiendo de la suerte que les llega, o de la Providencia que dicen
ellas. Providencia que llega siempre a través de personas que les apoyan y
admiran.
Al cesar en su actividad habitual, el
tiempo dedicado al trabajo lo emplean en confeccionar batas y mascarillas para
hospitales de manera altruista, como una forma de
sumarse a la solidaridad con quienes están en primera lÃnea de combate. El
cÃrculo más próximo de amistades que tienen ha iniciado una campaña de ayuda.
Aportarles microayudas económicas para que puedan superar el trance del coronavirus
y hasta que recuperen de nuevo su actividad laboral y de venta de dulces. Lo
explican en
Las
religiosas que habitan esta casa llegaron hace pocos meses desde el monasterio
de La Aguilera, en Burgos, a repoblar (y fundar de alguna manera) este lugar.
Construido después de la Guerra Civil española y rehabilitado hace poco para la
ocasión, el convento alberga, además de la cocina y los lugares privados de las
hermanas, una pequeña tienda (que
también tiene su parteon line) abierta al
público para vender los dulces. Sus dulces. Los que hacen cada mañana de manera
artesanal.
Todo
arrancó hace décadas en
, otro enclave burgalés, donde la hermana
Blanca, la pionera, empezó a hacer dulces. Ella se lo pasó a otras y estas, a
otras tantas… AsÃ, pasándose las recetas y la maestrÃa para hacerlas de
generación a generación nació esta reposterÃa artesanal que, damos fe después
de probarla, es una bendición…
Tartas, tartaletas, hojaldres, unas
pastas de té que son gloria pura, pastas de mantequilla que nada tienen que ver
con lo que habÃamos probado hasta la fecha (se deshacen, literalmente, en la
boca), chocolates, bombones,brownies,
membrillos… Todo tiene un sentido y un orden en esas cocinas blancas, donde
todo se hace a mano y todos los ingredientes son de primera. Nada de máquinas
lanzando las bolitas de chocolate, ni la crema de los hojaldres; solo la
pericia de las hermanas, el trabajo en equipo y esa sabidurÃa que ha pasado de
boca a boca, de mano a mano.
Todo eso y la visión de futuro, claro, hace posible
que cada dÃa lleguen a la tienda fÃsica de los conventos de Valencia y de La
Aguilera, más y más cajas con dulces. Y que los pedidos en
la primorosa
que
han creado no dejen de crecer. "Nuestras recetas llevan ingredientes de
primera calidad, sin conservantes ni sucedáneos".
"Contemplativas, pero no de clausura"
Todas menos una están por debajo de los 50 años. Y
entre las 210 que forman el conjunto total de la congregación (incluida la casa
de Burgos) hay médicas, ingenieras, pianistas, arquitectas, abogadas… Trabajan
juntas, comen juntas, tienen recreo juntas Somos contemplativas, pero no de
clausura. Esto es una casa abierta. Las mañanas las dedicamos al trabajo,
claro. Y las tardes son variadas. Rezamos, recibimos en la sala comúna
los grupos que quieren compartir con nosotras experiencias, oración, la fe,
tenemos la formación de las que acaban de llegar....".
Lo de que es una casa
abierta queda claro en la tienda impecable donde están expuestos los dulces,
algunos de los centros florales que también confeccionan y vendeny una
muestra de las acuarelas que pinta una de las hermanas. La tienda, en el mismo
convento, está en marcha de 8.30 de la mañana a 21.00 ininterrumpidamente, y la
atienden dos de las hermanas.
Los dulces
están empaquetados con cuidado, en cajas especiales, bonitas. Han elegido
incluso a un diseñador para ilustrar las cajas. Y desde hoy mismo, en la web,
existe la opción de envÃo refrigerado a domicilio, en Valencia: llega a casa en
el mismo dÃa. De esta reposterÃa hay otro
aspecto destacable: su sencillez. No hay nombres rimbombantes ni alambicados.
Las tartas de bizcocho con yema se llaman asÃ. Si llevan almendra laminada o
crema de limón, también se especifica con esas palabras. Las pastas de té son
pastas de té. Y las de mantequilla (sin aceite de palma, por cierto) se llaman
asà y punto. En la web, en la tienday en la vida de las cientos de
personas que las compran. Toda esta realidad ahora está paralizada, el
coronavirus lo ha paralizado todo. Esperan las hermanas que la Providencia
encuentre aquà en la tierra gentes que quieran ser sus brazos.