No había pensado muy bien qué escribir, pero sí sentía la necesidad de expresar los sentimientos que me producen tantas barbaridades como
vengo viendo y escuchando, arrogándose la españolidad. Tengo la enorme fortuna de que era muy niña cuando fi nalizaba la época de la
dictadura y de haber crecido en democracia.
Pero sí he leído, visto y sobre todo escuchado, experiencias de aquella época, y cómo la tristeza y la oscuridad predominaban en la inmensa mayoría de la sociedad de aquellos tiempos. España era una nación aislada del resto del mundo y descolgada completamente de los avances
de otros países, tanto en desarrollo económico como social. Aún hoy en día seguimos pagando este atraso, a pesar de los enormes esfuerzos
que se ponen en marcha cada vez que llega un partido progresista al Gobierno.
Por eso me cuesta muchísimo comprender actitudes que quieren quitarle capas de color negro a aquella época, y pretender trasladar una imagen romántica y falsamente patriota. Patriota es quien defiende a su gente, quien busca el bienestar común, no quienes se llenan los bolsillos con dinero y recursos que no les pertenecen. Determinados comportamientos generan en mí el deseo de meter a esas personas en una biblioteca y no dejarles salir hasta que, al menos, hayan leído unos cuantos libros de historia. Me recuerdan a las películas del salvaje oeste en que se imponía la"ley del más fuerte". Una época en la que prevalecía el pensamiento único y se borraba del mapa, literalmente, a quienes no pensaban igual.
Mención aparte acerca de la actitud que se mantenía hacia las mujeres, a quienes se desterraba a las funciones de procrear, limpiar y cocinar.
¿Pensar?, eso era "cosa de hombres". Y comprendo menos todavía a quienes defienden las ignominiosas y anticonstitucionales propuestas que realizan partidos de ultraderecha, y que blanquean partidos que se llaman moderados. Vivo la política desde una perspectiva muy personal, seguramente. No comparto los sectarismos, ni creo en el "cierre de filas" porque sí. Creo en que la unidad en torno a unos ideales nos hace más
fuertes, en que compartir ideas y defenderlas desde el respeto y la escucha de las propuestas ajenas nos enriquece; defi endo el activismo
político desde la plena consciencia de que ejercer la política es un servicio plenamente público y probablemente vocacional; me gusta escuchar, entender y comprender los conceptos y reflexiones diferentes a las mías, y me siento feliz de poder ayudar, aún en lo más nimio.
Por todo esto, este domingo, el 10N, #yosívoto