La canÃcula ha llegado con ola o sin ella, como todos los años. Nadie es ajena a ella y menos aún en esta época de la sobre-información donde vivimos bajo el yugo del internet de las cosas, para bien o para mal. Eso ya lo veremos. Pero la canÃcula también está afectando al ecosistema polÃtico. Con la imparable revolución "Sanchista" y su temida,por incierta, hoja de ruta en marcha, la polÃtica española se convulsiona todavÃa por los efectos electorales.
Pendientes de la Investidura o de una nueva cita electoral con el cambio de estación, los Partidos PolÃticos sin excepción, siguen inmersos en la difÃcil tarea de asimilación ad intra de unos resultados que no han dejado indiferente a nadie, cuerpo electoral incluido.
Las cúpulas organizacionales y las estructuras de poder territorial afrontan una gestión de crisis poniendo en valor la importancia del Plan B, del que carecÃan. Las bases empiezan a despertar de su letargo y reclaman todo aquello que se les habÃa prometido.
Porque en una Democracia con 40 años de rodadura, no podemos rendirnos ante las amenazas
de caos ni a los chantajes coactivos. Todos estos años han puesto de manifiesto la capacidad de
los ciudadanos para una continua regeneración.
Para que las formaciones polÃticas alcanzaran su madurez, abiertas a los problemas reales de la sociedad y asÃ, poder adaptarse desde el Gobierno o desde la Oposición a los cambios polÃticos que dicta el veredicto inapelable de las urnas.
Por ello, el Partido Popular en nuestra tierra debe seguir trabajando para resolver los graves problemas que afectan a una sociedad que no consigue despertar de esa pesadilla de los gobiernos
de progreso en sus versiones botánicas. La sociedad necesita un Partido Popular fuerte, como antÃdoto eficaz al virus populista que afecta a nuestra izquierda, nacionalismos incluidos. Debemos
dinamizar nuestra actividad y liderar desde la Oposición esa difÃcil travesÃa. El Partido necesita más
que nunca, seguir y sentirse "vivo", sin caer en el error de trasladar los centros de decisión solo al
ámbito institucional.El BotanÃc II persiste en confundir militantes y funcionarios, un grave error.
Frente a ello, el PPCV debe a ser un instrumento ágil, vivo y útil a la sociedad valenciana. Debemos
evitar el atisbo de esclerosis y parálisis que hemos estado a punto de padecer. Si mantuvimos veinte
años el Gobierno, fue por centrar y unificar nuestro mensaje polÃtico. Ahora más que nunca el Partido debe ser un semillero de dirigentes para garantizar la renovación de la vida polÃtica valenciana. Asà nos lo exige nuestra militancia, a la que le debemos todo, pues sin ellos no somos nada.
La fuerza del Partido es su unidad y su estructura democrática, la libre elección de sus cuadros
desde las bases y el libre debate de las lÃneas polÃticas a aplicar desde el conocimiento y la experiencia de años de gestión en las Instituciones, de las realidades de esos pueblos y comarcas que componen nuestra identidad provincial y el conjunto de la Comunitat Valenciana.
Unas bases imprescindibles que deben permitirnos desarrollar una genuina polÃtica de explicación
pública y comunicación en contacto franco con los medios de comunicación, para hacer llegar
los mensajes a la sociedad. Un Partido atento, foco de confianza de un cuerpo electoral cada
vez más complejo, escuela formativa de la polÃtica y de la gestión administrativa. Un Partido democrático, sólido, versátil, un útil instrumento de discriminación de la excelencia social entre los valencianos.
Es cierto que ésta es una labor de largo recorrido, pero no podemos perder ni un minuto.
Ha llegado el momento de, con decisión y agilidad, reordenar el papel del Partido para los próximos
años. Para ello es imprescindible reforzar la estructura organizativa del Partido, mejorando la
relación democrática entre la dirección y la base afiliada, porque solo asà estaremos en condiciones
de afrontar con garantÃas los nuevos cambios que la sociedad valenciana y española va a contemplar
en los próximos tiempos. Una organización que afronte una compliance continua ante el innegable
incremento de la sensibilidad social respecto de la ética en la polÃtica, internalizando estándares
éticos y legales como protocolos de buen gobierno de obligado cumplimiento. Nuestra tierra
necesita un PPCV fuerte, abierto, no cerrado en sà mismo desde un concepto conspirativo, sino flexible y ágil.
Un Partido atento a la escucha de la polifonÃa de mensajes, con frecuencia "contradictorios", que emite una sociedad cosmopolita como la valenciana.Desde esos objetivos estratégicos hemos de proponer la necesaria adecuación de los mecanismos organizativos y de los Estatutos que garanticen la revitalización democrática de la vida del Partido en el próximo periodo congresual
para que el instrumento y la mediación de la acción polÃtica del PPCV logre estas metas marcadas
con eficacia y celeridad y asà readecuar el papel del Partido a la nueva realidad.