un operario de la funeraria traslada el féretro al vehículo. EFE- Biel AliñoLa velocidad de crecimiento de los contagios de la última semana en la Comunitat Valenciana ha obligado a endurecer las restricciones de cara a la celebración de las fiestas navideñas. Veinte muertos y más de 2.000 nuevos positivos diarios están detrás de las decisiones adoptadas por el gobierno autonómico para tratar de impedir que el panorama se complique todavía más después de estos días de reuniones familiares y de amigos.
Las consecuencias del puente de diciembre se traducen en un incremento de un 27 por ciento en los positivos registrados a las puertas de la Navidad. El verdadero temor llega ahora con la celebración de unas fiestas que invitan a compartir momentos con los seres queridos, donde es más habitual bajar la guardia. De lo que hagamos en estas fechas señaladas dependerá la evolución de las cifras de la pandemia en el comienzo del próximo año.
Controlar lo que sucede de puertas adentro es complicado. Lo que pide el gobierno valenciano a la ciudadanía es que no se junten más de 6 personas en reuniones sociales y familiares, tanto en espacios públicos como privados, sin excepciones. Además, se incrementa la restricción a la movilidad nocturna, limitándose la circulación entre las 11 de la noche y las 6 de la mañana, salvo las noches del 24 y 31 de diciembre, Nochebuena y Nochevieja, en las que la restricción de movilidad comenzará a las 12 de la noche.
Nuevas medidas que apelan a la responsabilidad ciudadana ante una tragedia que a diario se cobra la vida de 20 personas. Tal vez la dimensión de lo que está sucediendo se pierda con el goteo diario de nuevos casos de coronavirus, pero si durante semanas o meses veinte personas murieran en las carreteras valencianas, si cada tres días fallecieran los ocupantes de un autobús de 60 plazas, o si cada dos semanas se estrellara un avión en la Comunitat Valenciana, no podríamos dejar de hacer todo lo que estuviera en nuestras manos por tratar de poner fin a ese drama.
