Una treintena licenciados y estudiantes universitarios españoles sentados en un parque. EFE-Paloma Caballero-Archivo
Nada parece indicar en el aeropuerto de Bruselas que vivimos tiempos
inusuales: hay colas y bullicio, grupos tomando su última cerveza belga y
viajeros comprando los tÃpicos chocolates; nadie parece preocupado por
el coronavirus a primera vista.
Las mascarillas son algo residual
en la puerta de entrada a la capital belga, pero lo que sà se repite
sin parar por la terminal son los jóvenes españoles cargados con
maletas.
Mireia hacÃa mucho que planeaba volver a València para
vivir las Fallas de su ciudad natal, ahora canceladas, y tiene un
billete de vuelta comprado para el viernes.
"Estoy preocupada por
si cierran los aeropuertos y no puedo volver", comenta esta valenciana
que, pese a no tener que asistir a la universidad, quiere regresar y
aprovechar al máximo su Erasmus junto a los amigos que sà se quedan.
De
momento, ninguno de ellos ha recibido una notificación oficial que,
como sà ha pasado en el caso de los estudiantes Erasmus en Italia, les
dé la posibilidad de anular su intercambio y cursar las asignaturas en
España.
"Tampoco lo hubiese aceptado. Este año es único y no
pienso perdérmelo", asegura Mireia, que pese a las ganas de permanecer
en la capital belga, siente la "necesidad" de volver a casa y estar con
su familia, a quienes tiene miedo de "no volver ver en mucho tiempo".
Laia
y Clara estaban en Bruselas de Erasmus, pero ahora quieren marcharse a
Barcelona y se han plantado en el aeropuerto pese a no tener aún un
billete de vuelta, después de que el Gobierno belga decretara anoche el
cierre de los centros educativos y los espacios de ocio a partir de esta
medianoche.
"Es lo mismo estar en aislamiento aquà que en casa,
por eso nos vamos", relatan a Efe las jóvenes catalanas, que a partir de
ahora y hasta nuevo aviso seguirán el curso de manera telemática, pero
que confÃan en poder volver a Bélgica para finalizar su Erasmus.
Carlos
compró un billete nada más confirmarse que, por el momento, tendrÃa que
realizar sus prácticas en el Parlamento Europeo desde casa.
"Me da miedo que cierren Madrid y no pueda volver. No sabemos cuánto más va a durar esto", explica preocupado.
Los tres jóvenes tienen amigos que no han podido hacerse con un billete que les permita salir tan pronto de Bélgica.
Muchos
de sus compañeros siguen en las residencias y pisos compartidos de los
que apenas han podido disfrutar un mes, y no saben cuándo o si van poder
regresar a sus casas.
"Llegamos aquà hace nada, las becas del
Parlamento empiezan en marzo, y ahora no sabemos cuándo podremos
retomarlas", señala Carlos, visiblemente disgustado.
El precio
del billete no importa a la hora de volver a casa, o al menos eso
explica Sonia, que esta mañana se ha plantado en el aeropuerto sin
billete y ha podido hacerse con uno a Sevilla "por casi 300 euros".
"Es
cuestión de dÃas u horas que cierren los aeropuertos de España y yo
quiero estar con mi familia", opina esta andaluza, a quién ni siquiera
le ha dado tiempo a avisar a su familia de su regreso porque "está muy
nerviosa".
De momento, nada parece indicar que las sospechas de
Sonia vayan a cumplirse: en el aeropuerto de Bruselas no hay ni
controles de temperatura, ni dispensadores de gel hidroalcólico, ni
medidas de distanciamento.
Parece que el coronavirus no ha
conseguido colarse en la terminal belga, donde solo se advierte un leve
zumbido, imperceptible a los oÃdos distraÃdos, pero que a estas alturas
es inconfundible: todas las conversaciones giran entorno al COVID-19.
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