La Real Academia de la Lengua Española limpia, fija y elimina acentos y letras. ‘¿Nos vamos a Catar?’ ‘Cuando quieras. ¿En tu casa o en la mía?’ Es un chiste malo, pero uno de tantos que han comenzado a circular por ese agujero negro de la globalización que es Internet a raíz de conocer que las 22 Academias de la Lengua Española de todo el mundo han parido –y nos han puesto a parir a muchos- una nueva Ortografía que en España se publicará antes de Navidad.
La nueva ortografía oficial ocupará 800 páginas, casi cuatro veces más que la última, la de 1999, y ha supuesto una auténtica revolución. La evolución de la lengua la marca el pueblo que la habla, dicen los expertos, de ahí que ese fenómeno que es la globalización haya provocado un seísmo lingüístico en la ortografía de la lengua española. En este contexto, se han impuesto muchas variedades fonéticas y léxicas de Hispanoamérica y, poco a poco, vencen los jóvenes modernos e incultos que han comenzado a destrozar el idioma vía sms.
Sí, la lengua evoluciona con la sociedad, pero una sociedad inculta ortográficamente hablando –que, sobre todo, no acentúa o lo hace mal- no puede dirigir a la Real Academia de la Lengua Española.
Una comisión reunida en San Millán de la Cogolla (La Rioja) bendijo la nueva Ortografía de la lengua española, cuya ratificación definitiva tendrá lugar el día 28 en la Feria del Libro de Guadalajara (México). Los eruditos han estado 11 largos años estrujándose el cerebro para limpiar, fijar… y desterrar letras y acentos.
Así, por arte de birlibirloque, nuestra querida ‘i griega’ (y) pasa a denominarse, cosas del panhispanismo, ‘ye’, y la ‘i latina’ (i), simplemente ‘i’, sin apellido latino. La b es la ‘be’, la v es la ‘uve’ y la que yo aprendí como ‘uve doble’ (w) se convierte en ‘doble uve’.
La ch y la ll dejaron de ser letras en 1999, al considerarse dígrafos (signos ortográficos de dos letras). Pero habían permanecido en la tabla del alfabeto hasta ahora, que también serán suprimidas formalmente.
El acento diacrítico de ‘solo’ y los pronombres demostrativos ‘este, ese, aquel’ –en todas sus variantes de género y número- está a punto de pasar a la historia. De momento, la ortografía da libertad de uso, lo que en la práctica supondrá, con lo poco que gusta acentuar a los españoles, su rápida desaparición. ‘Estaré solo en casa’ no significa lo mismo que ‘estaré sólo en casa’, por lo que la tilde es importante. Para la RAE no.
Aquellos que nunca supieron distinguir un diptongo de un hiato están de enhorabuena. Como regla general los monosílabos no se acentúan nunca, salvo que el acento diacrítico sea imprescindible (de, preposición; dé, del verbo dar). Los diptongos son vocales que, juntas, forman una sola sílaba, mientras que los hiatos son vocales que, yendo seguidas, conforman dos sílabras. Por ello, hasta la nueva Ortografía, acentuábamos, al ser aguda y acaba en vocal, ‘n’ o ‘s’, palabras como ‘guión’, ‘huí’, ‘riáis’, ‘Sión’, ‘truhán’ o ‘fié’. Bien, a partir de ahora, y puesto que para muchos de los 450 millones de hablantes del español el diptongo no es diptongo o el hiato no es hiato, desde ahora todos estos vocablos, a efectos ortográficos, se escribirán sin tilde al considerarse monosílabos. Ea.
6 o 7. Escrito en un ordenador no hay confusión respecto a si leemos ‘seiscientos siete’ o ‘seis o siete’. Éste ha sido el motivo por el que la nueva Ortografía ha eliminado la preceptiva tilde que acompañaba a la ‘o’ y evitaba confundirla con un cero, como si, de repente, sólo escribiésemos en ordenador y hubiesen desaparecido todos los bolígrafos y lápices del mundo.
Q, k, c. El fonema /k/ (ca) deja de estar representado por la letra ‘q’, al ser la letra ‘k’ plenamente española en la nueva Ortografía. Así, ‘q’ representa al fonema /k/ cuando vaya seguido de ‘e’ o ‘i’ (queso, quiero) y, por tanto, desde ahora es incorrecto escribir ‘Iraq, Qatar, quórum’, que pasarán a ser ‘Irak, Catar y cuórum’.
Con tanto cambio, y con la paulatina relajación de las normas, se imponen, poco a poco, los que hacen la lengua vía sms, chats y aquellos que piensan que qué más da poner un palito sobre una vocal en clara referencia a la tilde. Tiempo habrá para seguir sorprendiéndonos y, en esta senda hacia la destrucción de la ortografía, seguro que lo peor estará por venir. Mientras llega, quién sabe si los valencianos nos veremos obligados a sustituir nuestro autóctono ‘cheeeeeeeee’ por un normativo ‘yeeeeeeeee’ para saludar, interpelar a alguien en la distancia, despedirse, lamentarse o exclamar, sin más. Por si acaso, ¡cheeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
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