El sector de las apuestas deportivas en España ha generado una gran controversia social y política debido a la creciente influencia que tiene entre un porcentaje considerable del público español. Cada vez más público busca información acerca de todo
y desde el Estado se pretende regular de forma negativa esta idea.
¿Limitar su uso educar en aras de un mejor uso? Es el debate que afronta ahora la sociedad española para un sector que en los últimos años no ha parado de crecer y que ha realizado una millonaria inversión en nuestro país, con el consiguiente pago de impuestos y otros beneficios económicos para empresas y trabajadores.
La importancia de la industria del juego y las apuestas deportivas en España es cada vez mayor hasta el punto de que en el año 2019 se alcanzó un récord de inversión publicitaria. El sector gastó en torno a 180 millones de euros en publicidad en medios españoles, lo que significa multiplicar casi por tres la inversión realizada en 2013. Durante estos seis años, el interés de la sociedad española por este tipo de ocio a aumentado de forma progresiva hasta convertirse en uno de los preferidos por los ciudadanos de entre la amplia oferta que ofrece diariamente el mundo de Internet.
El dinero de las apuestas deportivas también ha llegado a España a modo de patrocinios de clubes deportivos, la mayoría de ellos ligados al fútbol. Un dato que evidencia la importancia económica de este sector en la Liga es que solo un club de Primera División no ha alcanzado un acuerdo con alguna casa de apuestas, la Real Sociedad. El resto, así como algunos de Segunda y otros de baloncesto, se nutren de los casi veinte millones de euros que cada año la industria del juego invierte en formato de patrocinios y sponsors. En total, la suma del gasto en publicidad, clubes deportivos y otras acciones ascendió en el pasado año a 350 millones.
El nuevo gobierno recién formado ya ha planteado la idea limitar el acceso de las casas de apuestas a la sociedad, pero su proyecto no se centraría únicamente en la obligación de una reducida franja horaria de apertura para los establecimientos físicos, sino que podría afectar directamente a la inversión publicitaria, bien sea limitando la o incluso prohibiéndola. Si se lleva a cabo esta idea, supondría una importante pérdida de dinero para empresas de comunicación, marketing y deportivas; que también tendría consecuencias para las arcas del Estado con la reducción de los ingresos por impuestos.
Como respuesta a la prohibición, ha surgido una corriente que aboga por una mayor educación entre los consumidores, especialmente el público joven, con el objetivo de que se haga un uso responsable y limpio del juego. El público ha dejado claro que éste se sitúa entre sus preferencias de ocio, por lo que su limitación no solo tendría consecuencias económicas sino que también significaría un obstáculo a las posibilidades de entretenimiento de una parte importante de la sociedad que semanalmente lo consume.