Javier Sanchís. EPDA El gran orador y cónsul romano Marco Tulio Cicerón, en el año 63 a.C, pronunció una serie de cuatro discursos (llamados Catilinarias) con el firme propósito de arremeter contra el senador Lucio Catilina al sorprender a éste, junto con otros conjurados, de un plan que querían llevar a cabo para derrocar la República Romana y que pudiera llevar al poder a los conspiradores.
La célebre frase que encabeza este artículo fue el inicio de su “primera catilinaria” y fue un golpe agresivo y contundente al senador sedicioso. ¿Hasta cuándo, Catilina, has de abusar de nuestra paciencia? A este “exordio” le seguirían otros argumentos demoledores que harían que Cicerón ganara finalmente la partida y pudiera salvar al Senado Romano y por extensión a la República.
En nada se asemejan las vidas políticas de Pedro Sánchez (un demócrata) con la de Catilina (un conspirador contra la legalidad del Senado), pero el espíritu de esa frase demoledora nos lleva a la rabiosa actualidad de cómo el presidente del Gobierno en funciones abusa de la paciencia de todos los españoles ante la falta de un gobierno estable.
Su fracaso como político al no poder llegar a acuerdos con los partidos de izquierdas de su influencia (Unidas Podemos, Las Mareas, Compromís..) ha hecho que no se permitiera una investidura y en definitiva, llevarnos a los españoles a una repetición de elecciones generales el próximo 10 de Noviembre.
El hartazgo en la sociedad española está más que justificado. Son las segundas elecciones en siete meses y los cuartos comicios en cuatro años. Verdaderamente es una situación insólita en la reciente historia de este país.
Desde mi posición de concejal de Ciudadanos de Aldaia, observo como tantos otros españoles, que la situación de insoportable bloqueo político en la que nos hallamos, tiene muy difícil solución debido a que en estas próximas elecciones, los candidatos serán los mismos, los programas casi idénticos a los del pasado mes de abril y las estrategias y las tácticas de los partidos muy similares.
Con todo ello, el país se enfrenta a unas nuevas elecciones con el riesgo evidente de que los resultados sean muy parecidos a los del 28 de Abril.
Esperemos y deseemos que la clase política no abuse más de nuestra paciencia y no nos lleve a una nueva parálisis. España necesita ponerse en marcha de forma urgente para poder afrontar los retos del futuro que nos aguarda.
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