Carlos Mazón y Francisco Gan Pampols, en la presentación de Endavant./FOTO MANUEL BRUQUE (EFE)”O se produce un milagro o vamos a tener que seguir pidiendo y endeudándonos, las dos cosas”. El vicepresidente segundo del Consell y conseller para la Recuperación Económica y Social, Francisco Gan Pampols, teniente general retirado, no ha escatimado ni en cifras ni en sentencias para explicar el plan Endavant, el que aplica la Generalitat para superar la dana y evitar que, si vuelve a producirse, genere unos efectos tan devastadores como la que acarreó la del 29 de octubre.
Respecto a los dígitos, el militar en la reserva incorporado al Consell el 23 de noviembre para capitanear la recuperación recalcó los 29.000 millones que costará recuperar el statu quo previo al 29 de octubre y hacerlo con mayor prevención. De ese presupuesto la aportación de la Generalitat la cuantificó en 14.500 millones; y la del Estado, en 12.600.
“El daño inicial ascendía a 18.500 millones, pero necesitamos 12.000 más para prevenir en el futuro. Y podríamos añadir otros 12.000 si nos referimos a infraestructuras necesarias como el corredor mediterráneo”, amplió.
Su comparecencia estuvo enmarcada en el protocolo de mayor boato del Consell, con intervención en el Salón de Reyes del Palau de la Generalitat en la que el propio president, Carlos Mazón, hizo de telonero. El máximo responsable autonómico se centró en el mensaje, en el relato, y dejó a su vicepresidente segundo el manejo de las cifras, de los términos pragmáticos.
“Endavant no es solo una palabra; significa impulso, energía, responsabilidad”, reseñaba la voz en off del vídeo que presentaba el acto celebrado la última jornada de junio, “244 días después de la dana”, como remarcó en dos ocasiones Carlos Mazón con la convicción de quien ha vivido cada periodo de 24 horas con la máxima intensidad.
“No existe en el mundo una administración capaz de afrontar lo ocurrido, pero sí de adoptar el compromiso de ver cómo se puede evitar si sucede otra vez”, recalcó el president ante los múltiples representantes sociales que, abanico en mano, llenaban la sala y le obsequiaron con un largo aplauso.
“En 50 años nos juzgarán por nuestra capacidad de haber comprendido y haber aprendido. En la última década hemos vivido 30 alertas, todas equivalentes a lo ocurrido el 29, pero ninguna nos preparó para sufrir la devastación que provocó el barranco del Poyo”, señaló un president de la Generalitat en la versión más institucional y menos beligerante en la cuita político.
Anticipó los cuatro ejes de la recuperación, aunque no sin matizar que “nunca podremos decir que será completa sin las 228 víctimas”. Aludió a una revolución de infraestructuras, con los barrancos del Poyo y del río Magro como prioritarios y con estudios que calibren el motivo por el que puentes y carreteras no resistieron el envite del agua.
En segundo lugar avanzó una “revolución en la prevención”, con actualización de monitoreos y de los denominados test de estrés. Como tercera revolución señaló la de protección. “Tenemos que hacer en Valencia con las riadas como Japón con los tsunamis”, comparó, para adelantar cambios normativos como la instalación de bombas de achique en los edificios o protocolos de “evacuación vertical”.
La cuarta y última revolución se orienta a emergencias. “No puede ser suficiente que un organismo transmita datos de caudal, sino que ha de trasladar todo lo que eso significa”, afirmó, para adelantar que, en caso de alertas a partir de naranja, los municipios deberán de informar cada hora de la evolución de la subida o bajada del agua en los barrancos que transiten por sus términos.
Terminó su intervención agradeciendo el trabajo de las 200 personas que han diseñado el plan Endavant y, en especial, de Gan Pampols, al que prodigó numerosos elogios profesionales y personales.
El aludido resultó más parco en palabras e incluso menos entusiasta que en su alocución del pasado mes de marzo, cuando presentó un diagnóstico del panorama que afrontaba. Ahora, una vez recuperadas todas las infraestructuras publicas perdidas en la dana, su tono transmitía mayor realismo o pesar.
“La finalidad de esta intervención consiste en recuperar todo a la situación anterior al 29 de octubre de 2024”, sentenció, para subrayar, en un mensaje más moralista, que “no recordamos lo que son las cosas hasta que no las perdemos, y cuando lo hacemos nos volvemos extraordinariamente exigentes con quien se deja la piel en recuperarlas”. Tras esa reflexión en voz alta pidió “paciencia”.
“Se está recuperando en las mejores condiciones que hemos sido capaces de conseguir”, añadió en el mismo tono pragmático, para recalcar la importancia de un cambio de mentalidad con el fin de interiorizar todas las medidas de prevención que se va a articular.
“Se nos va a acusar de exceso de precaución, pero no de negligencia. Haremos lo que haga falta para que no se pierdan vidas”, añadió con firmeza tras aludir a futuras variaciones en la fisonomía urbana, como escaleras exteriores de evacuación en los edificios o reformas en los ascensores.
“Todo esto no son ideas felices, sino que se han materializado tras múltiples reuniones con especialistas en cada ámbito”, enfatizó, para recalcar la base de su estrategia: “las personas necesitan certidumbre sobre que se puede vivir donde lo están haciendo”. El Himno Regional puso el epílogo.
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