Doctor Foster. EPDA
En nuestra columna quincenal de El Periódico de Aquí, seguimos a vueltas con la series,
agradeciendo, de antemano, los comentarios que me llegan de propios y extraños
sobre las producciones que aquí desgranamos. Me alegra saber que la
comunicación fluye y que tanto Luther como Rita han despertado la curiosidad
de aquellos que están ávidos de conocer nuevas historias en formato serie,
dentro de ese gran vivero que es Netflix. También es cierto que hay colegas que me animan a
comentar otros títulos que aún no he visto y prefiero mantener ese rasgo
distintivo que otrora fue santo y seña de aquellos hidalgos españoles y que consistía
en no opinar sobre aquello que no conocían.
Así que hoy toca retomar nuestra
particular lista y se me ocurre ‘pasar consulta’ y que mejor que hacerlo con Doctor Foster, pedazo serie británica de la BBC con momentos estelares. Me tengo
que morder aquí la lengua, pero solo les diré que hay una escena que vale la
serie entera. Y ¡chitón!
De nuevo, una serie corta, tan
solo dos temporadas de cinco capítulos cada una. Y cada capítulo de unos 55 minutos
aproximadamente. Ideales para degustar con la calma que requieren estas
historias, sin perder el hilo y sin estirar como esos chicles de kiosco que
acaban perdiendo el sabor.
Y aquí tengo que hacer un inciso,
¿quién quiere series largas? Para eso están las pelis ¿quién quiere engancharse
a algo? Para eso ya está la vida con la responsabilidad de una familia, los
hijos, el trabajo… Es verdad que hay series de las que a uno le cuesta
despedirse, personajes que dejan huella, pero también es cierto que uno aprende
a saborear el buen recuerdo que en nosotros dejan.
Pero volvamos al tajo, Doctor Foster es un drama intenso que
presenta a una familia ideal y el largo y doloroso proceso que sobreviene a su
desmoronamiento. Todo se desencadena a partir de una duda, una mentira, una
desgarradora doble realidad, una infidelidad callada y la obsesión que genera
en su protagonista, la Doctora Gemma
Foster.
Infidelidad, celos, malos tratos,
ruptura de parejas, órdenes de alejamiento, discusiones por la custodia… y las
víctimas: los hijos.
Todo ello, ambientado en una
pequeña ciudad, próxima a Londres y que nos presenta a la doctora, su entorno
profesional en un centro de salud, su comunidad de vecinos, el colegio del
hijo, los negocios de su marido…
Doctor Foster pone el foco en una realidad, desgraciadamente,
cotidiana. Pero lo hace poniéndonos en alerta sobre la violencia que subyace en
cualquier entorno doméstico, aparentemente normal. Y nos hace, en última
instancia, reflexionar sobre la necesidad de ‘parar en seco’, calibrar nuestros
actos y, sobre todo, medir sus posibles consecuencias. Porque ser adulto
implica, por obvio que parezca, actuar como tal. Y no se preocupen, porque el
amor que se pierde, con otro se gana, pero no olviden, como bien nos recuerdan los
sabios… que la infidelidad está sobrevalorada.
Pere Ferrer
@perefe
#netflixvidente
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