Pérez Contel en una imagen de archivo. EPDA. Rafael Pérez Contel (Villar del Arzobispo, 1909) fue un maestro de su tiempo, en el amplio sentido de la palabra, si atendemos a la producción artística, escultórica, cartelista... pero también a su vocación de enseñanza del arte hacia sus alumnos. Esta última virtud es la que que se convierte en hilo conductor del libro ‘Rafael Pérez Contel. La pasión por la enseñanza del arte’, publicado este año por el escritor Alejandro Macharowski.
Pérez Contel fue uno de los grandes intelectuales de la vanguardia de la época. Su creación se vio influida en gran parte por el estallido de la Guerra civil, cuando ya formaba parte de grupos como la Unión de Escritores y Artistas Proletarios. Esta inclinación haría que durante el conflicto trabajara en la distribución del pensamiento republicano a través de carteles, así como boletines y cuadernos.
Con la victoria franquista, fue enviado a prisión por ‘auxilio a la rebelión’, en la Cárcel Modelo de Valencia. Al salir de prisión continuó su obra, enmarcada en los límites que el régimen podía permitirle, sobre todo en imaginería religiosa, y ejerció como catedrático de Dibujo en el Instituto de Enseñanza Media de Játiva, del que también fue su director durante algunos años. Fue a partir de 1976 cuando comenzó su etapa como docente en Valencia.
faceta educativa
“A mí me interesaba descubrir su faceta como profesor, porque yo también lo soy, así que entrevisté a alumnos que habían contado con Pérez Contel como profesor”, señala Alejandro Macharowski, autor de la obra. “Aunque él nace en Villar del Arzobispo se convierte en migrante del interior hacia Valencia para estudiar Bellas Artes. En 1933 gana las oposiciones a profesorado y comienza en Alzira, aunque esta etapa se ve interrumpida por el golpe de estado”, añade el autor.
“Lo que descubro durante mi investigación es la renovación pedagógica que hace para la época, su apuesta por el arte, el patrimonio, la arqueología o la cultura valenciana. Era un hombre que todo lo que hacía lo trabajaba muy profundamente”, explica Macharowski sobre su reflexión en el libro y la etapa educativa del artista.
También destaca su apuesta por la edición propia de libros sobre sus obras, encargándose de la maquetación y de la difusión de sus conocimientos pedagógicos.
el franquismo
“Él combate el fascismo con carteles y con el bando republicano. Hay un periodo corto, durante 1937, en el que tiene contacto con una forma diferente de enseñar, como eran los institutos obreros para formar a jóvenes. Cuando lo encarcelan en 1939 lo apartan de todo”, añade el escritor.
“Hay alumnos de los que tuvo en Xàtiva que continúan haciendo grabados similares, por lo que se puede apreciar una línea, una herencia artística en esos lugares”, defiende Alejandro Macharowski. Según el escritor, es muy complicado encontrar documentos de esa época histórica, “los propios autores tenían que hacer desaparecer o quemar sus obras”, porque podría significar ir a la cárcel. Pudo encontrar algunos documentos e historia de Pérez Contel repartidos por bibliotecas, familiares o escuelas, incluso llegando a hallar las orlas en habitaciones cerradas, que habían estado en el mismo lugar durante cuarenta años.
El nieto de Rafael Pérez Contel, Pablo Pérez García, señala que tiene “un recuerdo muy vivo de él”. “Para mí no hay un redescubrimiento de su figura, porque muere cuando yo tenía 30 años”, comienza diciendo su nieto. “La investigación de Alejandro Macharowski constituye la segunda tesis doctoral sobre mi abuelo, porque la primera se realizó cuando él estaba vivo. Sí que es cierto que se trata de una faceta que no han destacado tanto los investigadores, como es la de profesor”, cuenta.
“Mi abuelo, como toda persona, tenía un lado encantador y atractivo, pero también tenía sus prontos. Lo que puede interesar a todo el mundo es que a lo largo de su vida se sintó como maestro, le gustaba hacerle descubrir a los demás cosas que no habían visto. Tenía la capacidad de ver mucho más lejos y con mucha más profundidad que tenemos los demás. Eso vale para la pintura y para la vida”, reflexiona el nieto del artista.
Recuerda que su abuelo era aficionado de leer la prensa, y cada día habían dos o tres periódicos en su casa, pues estaba interesado por todas las cosas que sucedían en su época, “hasta el último momento”. “Todo el mundo destaca que tenía un carácter muy fuerte, pero era un hombre que había tenido una vida muy dura, pasa por prisión sin saber a qué será condenado, le quitan su puesto de trabajo, y en general lo pasó mal. Lógicamente el carácter no es el mismo que el de aquel cuya vida ha transcurrido sin contratiempo”, señala Pérez.
Cuando terminó la etapa franquista volvió a militar en el Partido Comunista, como había hecho durante su juventud. “Tanto él como mi abuela, ambos”, añade el nieto. Según Pérez, la etapa de transición la vivió con ilusión y como si se tratase de “un renacimiento”. “Él había estado completamente al margen de toda actividad que no fuese su dibujo. Se decía que cuando muriese Franco se iba a producir un redescubrimiento de todos los autores que habían estado escondidos durante la represión, pero no fue así, porque muchos se adaptaron a las exigencias del régimen para que sus obras pasaran la censura”, defiende su nieto.
“Sin embargo, en mi abuelo sí que fue así; él tenía un montón de material en cajones listo para que cuando se culminara el restablecimiento de la democracia pudiera ver la luz. Tuvo un apoyo importante para publicar aquello y darlo a conocer”, señala.
su obra
Pérez Contel dedicó varios trabajos a Machado, trabajó con la escultura y lo que hacía evocaba al estudio del arte y la cultura. “Nunca escribió una obra política, pero el hecho de ser un artista comprometido es inseparable de su persona. Escribió algún artículo, pero no de forma demasiado explícita”, añade.
También explica que el proceso de recopilación de toda la obra de su abuelo fue muy complicada, porque Pérez Contel tenía un mecanismo de cronología muy particular: “Mi abuelo fechaba las obras en función de cuándo recordaba él que había tenido la idea de hacer la obra. De manera que podíamos encontrar una obra de los años 80 fechada en 1930, porque según él, la idea la había tenido en aquel entonces”, concluye. Un artista completo y un profesor con vocación de dejar en herencia un amplio saber cultural.
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