Laurence Lemoine. EPDA Si un día me muero ya tengo una idea precisa de dónde y en qué voy a pedir ser reencarnada ¡lo tengo claro ! quiero volver a nacer Valenciana. Sí. Así de sencillo. Seguro que os preguntáis por qué ¿verdad ? ¡ah! ¡os puede la curiosidad!
Pues por varios motivos, pero uno de ello es un poco especial, ya que me parece que aquí tenéis una cosa que casi no tenemos fuera, que es la presencia, a una distancia razonable, de vuestros abuelos. Aquí, aunque a lo mejor las cosas empiezan a cambiar un poco, los valencianos se suelen quedar a vivir más o menos cerca de donde siempre han crecido, o sea, cerca de sus padres, cuando en muchos otros países los hijos, por motivos laborales, tienen que vivir lejos de sus padres. Es lo que llamamos la “movilidad profesional”, que nos permite o nos obliga a trabajar (y vivir) lejos de nuestra ciudad natal o de nuestro país de origen.
Así que una imagen recurrente y dulce en el paisaje valenciano es la de las abuelas empujando un carrito con un nieto (o una nieta ¡claro! ) babeando o durmiendo, a veces las dos cosas a la vez.
Los extranjeros lo notan mucho y también alucinan admirando lo súper elegantes que van vestidos los bebes aquí. Hay que pasearse por el centro y ver las falditas o pantaloncitos y abrigos, lazos y zapatos súper chic que llevan los enanitos lenceros.
El caso es que siempre he notado la importancia del papel de los abuelos aquí. Y huelga decir que se trata de un verdadero “chollo” para los padres, que pueden, con total confianza, dejarles a sus hijos a un coste que imagino gratis y así conciliar vida laboral y familiar.
Los abuelos son un apoyo logístico e emocional, a la vez que una fuente de conocimiento, valores y sabiduría tanto para los padres que para los nietos.
La cercanía y el trato diario con ellos permite reforzar la autoestima de los niños y, al mismo tiempo, ofrece la posibilidad de que las personas mayores o/y jubiladas tengan más vida social y responsabilidades, porque al final las relaciones intergeneracionales son positivas para cada uno. Se trata de un win-win permanente y natural.
Siempre me arranca una sonrisa tierna (y de envidia también, debo confesar) ver por el río, los parques o las calles de Valencia a esas abuelas que presumen de nietos, cumpliendo a la perfección su papel de “súper cuidadora”. A mí, como nieta, me hubiera encantado tener a mis abuelas/os tan cerca (geográficamente y afectivamente), pues seguro que me hubieran aportado mucho más, y como madre, me hubiera gastado menos dinero en cuidadoras para mis hijos. Pero, sobre todo, hubieran experimentado esa relación única, peculiar y bonita que es la que une una abuela/o a su nieto/a.
Y que me decís de vuestra típica expresión “ ¡Tu no tienes abuela!” que justamente dice mucho y todo del amor incondicional que pueden teneros sola y únicamente porque sois su nieto. ¡Es verdad ! ¡Cómo hablan las abuelas de sus descendencia! Sobre todo la abuela valenciana, por su carácter abierto y parlanchín. Al oírlas, sus nietos son los “mas inteligentes, guapos, buenos y adelantados” ¡por supuesto ! Esos ojos que brillan cuando te explican que ese niño “ya sabe muy bien lo que quiere, es muy muy espabilado”. Y si el nieto ya tiene 35 años es lo mismo. En fin, se les cae la baba a todos y me parece simplemente súper bonito.
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