OTROS TITULARES
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El
número de jóvenes con discapacidad en la Comunidad Valenciana ha decrecido a un
ritmo más lento que el de los parados menores de 25 años en la región: un 3%, frente
al descenso del 22% regional.
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Un 67% busca su primer empleo y un 52% cree
que tardará más de un año en encontrarlo.
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El 66% afirma haber sentido discriminación en
algún proceso de selección, debido a su discapacidad.
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La tasa de actividad de los jóvenes con
discapacidad es muy baja (28%). En otras palabras, el 72% no tiene empleo ni lo
busca.
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La formación de los desempleados con
discapacidad sigue siendo considerablemente inferior a la del resto de los
parados: sólo un 2% cuenta con estudios universitarios y un 11% acredita
situación de analfabetismo.
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Pablo Pineda, primer diplomado europeo con
síndrome de Down apuesta por un modelo de educación inclusiva que ayude a
equiparar a los jóvenes con discapacidad a las personas de su generación:
“muchos jóvenes con discapacidad, especialmente intelectual, terminan su
formación con 18 años y su única alternativa es un centro ocupacional o Centro
Especial de Empleo. El reto es ofrecerles alternativas que les permitan
prolongar su formación hasta los 25 años y, de este modo, estén mejor
preparados para competir en el mercado laboral”.
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La Fundación Adecco ofrece 6 consejos a los
jóvenes desempleados con discapacidad para estrenarse
en el mercado laboral.
El próximo 12 de agosto se celebra el Día Internacional de la Juventud. En este
marco, la Fundación Adecco y JYSK han realizado el tercer informe Jóvenes con Discapacidad, motor de futuro,
un trabajo que basa sus conclusiones en una encuesta a 300 personas con
discapacidad entre 18 y 30 años, así como en el análisis de informes oficiales:
El
mercado de Trabajo de las personas con discapacidad (SEPE, 2018) y Jóvenes con discapacidad en España (Injuve
y Cermi, 2016).
Francisco
Mesonero, director general de la Fundación Adecco,
comenta que: “para garantizar un futuro igualitario, en el que los jóvenes con
discapacidad tengan las mismas oportunidades, es vital trabajar en el presente.
Por un lado, sensibilizando a las empresas y acercándoles su talento; y, por
otro, empoderando a los jóvenes para que su discapacidad no se convierta en un
hándicap, sino que puedan transformarla en una ventaja competitiva o impulso
para incrementar sus oportunidades de empleo”.
Radiografía del desempleado joven con discapacidad
Actualmente, se
contabilizan en España 8.937 jóvenes con
discapacidad (hasta 25 años) inscritos como demandantes de empleo. Su
perfil responde al de un hombre (63%), con discapacidad física (42%) que reside
mayoritariamente en Andalucía (22,8%),
Cataluña (15%), Comunidad Valenciana (11,4%) y Comunidad
de Madrid (10,5%). En otras
palabras, estas 4 regiones concentran a 6 de cada 10 desempleados jóvenes con
discapacidad.
Así, la Comunidad Valenciana es la tercera región con mayor
número de desempleados jóvenes con discapacidad en España, con 1.018 personas (11,4%).
Esta cifra también supone el 1,7% del total de parados menores de 25 años en la
región, que asciende a 60.500.
Es significativo que, a
nivel nacional, la mayor parte (27,7%)
es desempleado de larga duración, es decir, lleva más de un año buscando empleo
sin éxito. En concreto, el 14,5% lleva entre uno y 2 años en paro y un
13,3% supera los 2 ejercicios.
En cuanto al tipo de discapacidad, de los desempleados
jóvenes, la mayoría presenta una de tipo
físico (42%), seguido de un 23% con discapacidad psíquica, un 19% sensorial; un
11% intelectual y un 5% orgánica.
Disminución del desempleo
VS Discriminación
En los últimos años, hemos
asistido
a una reducción del número de desempleados jóvenes con discapacidad en la
Comunidad Valenciana. Con respecto a 2014, la cifra ha caído un 10,6% (1.139
desempleados en 2014 frente a 1018 en 2018), y un 3% (2,9%) con respecto al año pasado, hasta situarse en 1.018
personas.
Entre las causas que
subyacen detrás de este descenso, destacan principalmente las siguientes:
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Una mejora de la salud del mercado laboral, que no ha dejado de generar empleo en los últimos
años. La recuperación económica ha sido inclusiva y ha traído consigo una mayor
voluntad a la hora de incorporar la diversidad a los equipos de trabajo.
-
Un paulatino cambio de mentalidad por parte
de las empresas, que empiezan
a apostar por la Diversidad y la Inclusión como palanca de competitividad,
siendo los jóvenes con discapacidad un público estratégico en la conformación
de esta Diversidad.
-
Una prolongación
de la etapa formativa de los jóvenes con discapacidad que deciden, de forma
creciente, seguir estudiando para equiparar sus oportunidades profesionales con
las de sus coetáneos, con lo que abandonan las listas de desempleo.
-
La irrupción de tecnologías inclusivas que posibilitan el desempeño de su puesto de
trabajo a numerosas personas con discapacidad. No sólo hay que tener en cuenta el
desarrollo de la tecnología convencional, sino adaptaciones como ratones
ergonómicos, teclados con cobertor, impresoras braille, etc.
Sin embargo, la cifra
de desempleados jóvenes con discapacidad en la Comunidad Valenciana ha
decrecido a un ritmo notablemente más lento que la del total de parados menores
de 25 años en la región: un 3%, frente al descenso del 22% regional en el
último año.
Según Francisco Mesonero: “a pesar de la mejora de las cifras del
desempleo, los jóvenes con discapacidad siguen encontrando mayores dificultades
en el mercado laboral con respecto a las personas de su edad, debido a la aún
existencia de prejuicios y estereotipos en las empresas, así como a barreras
psicológicas que frenan a los jóvenes con discapacidad tanto a la hora de
estudiar como de encontrar empleo”
En este sentido es
significativo como la participación de los jóvenes con discapacidad en el
mercado laboral continúa siendo exigua en España: su tasa de actividad es del
28% o, lo que es lo mismo, un 72% no
tiene empleo ni lo busca, según el informe Jóvenes
con discapacidad en España (INJUVE y CERMI). La participación de los
jóvenes sin discapacidad en el empleo, aunque baja (39%), es considerablemente
superior a la de los primeros.
La menor participación de
los jóvenes con discapacidad en el mercado laboral no sólo se debe a las
dificultades derivadas de su condición (elevada afectación, deterioro del
estado de salud, etc), sino que tienen mucho peso las barreras psicológicas de
carácter intrínseco (sobreprotección familiar, temor, inseguridades, etc) y
extrínseco (discriminación por parte de la sociedad y las empresas).
En efecto, el 40% de la población joven con discapacidad
afirma haber sentido discriminación en el ámbito educativo y/o formativo, un
porcentaje que, lejos de decrecer cuando llegan a la edad laboral, asciende
hasta el 66%. Es decir, cerca de 7 de cada 10 jóvenes con discapacidad
afirma haber sentido discriminación en los procesos de selección para acceder a
un puesto de trabajo. “Se les cambió la cara cuando vieron que
tenía una discapacidad” o “cuestionaron continuamente mi capacidad para poder
ejercer el puesto y, aunque cumplía todos los requisitos, no volvieron a
llamarme”, son algunas de las respuestas de los encuestados.
Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “si la
discriminación ya está presente en las escuelas, es muy lógico que se extienda
a los entornos laborales en la edad adulta. Esta situación es peligrosa, porque
puede frenar la voluntad de muchos jóvenes con discapacidad en su búsqueda de
empleo. La única vía para atajarlo es la educación inclusiva desde edades
tempranas, así como una intensa labor de sensibilización en las empresas; en
primer lugar, eliminando sesgos inconscientes y prejuicios entre los
responsables de Recursos Humanos y, al mismo tiempo, acercando la discapacidad
a toda la plantilla, para erradicar prejuicios y estereotipos. Sólo de este
modo, la incorporación de los jóvenes con discapacidad podrá ser sostenible en
el tiempo”:
Políticas activas de empleo para empoderar a los jóvenes con
discapacidad
Como hemos analizado, los
prejuicios y creencias estereotipadas conducen a muchos jóvenes con
discapacidad a la inactividad (un 72% no tiene empleo ni lo busca).
Entre aquellos que sí
buscan trabajo, casi tres cuartas partes
(67,9%) nunca ha tenido contacto con el mundo laboral, es decir, está buscando
su primer empleo. En primer lugar, por una cuestión generacional, ya que están
en los albores de su carrera profesional y, en segundo, por una mayor cultura del subsidio, es decir, en
ocasiones, reciben una prestación económica que, si bien asegura su
subsistencia, puede conducir a una búsqueda de empleo más laxa y prolongada,
que perpetúa la dependencia y la inactividad.
Según Francisco Mesonero: “las políticas pasivas de empleo o subsidios
son muy necesarios para garantizar que las personas con discapacidad pueden
salir adelante, pero es fundamental complementarlos con políticas activas de
empleo, máxime en el caso de los jóvenes con discapacidad, que tienen toda su
trayectoria laboral por delante. Mediante la formación y el acompañamiento, los
jóvenes con discapacidad podrán equipararse al resto de los demandantes de
empleo, competir en condiciones de igualdad y lograr un grado de autonomía que
les permita encontrar un empleo y realizarse personalmente”.
Asimismo, y en línea con
los prejuicios mencionados, los jóvenes con discapacidad tienden a ver mermada
su confianza laboral: un 52% cree que
tardará más de un año en encontrar trabajo; seguido de un 26% que prevé estar
entre 7 y 12 meses desempleado; un 17% que calcula que la tarea de encontrar
empleo le llevará entre 1 y 6 meses y un 5% que opina que tardará menos de un
mes.
Menor formación: el Talón de Aquiles
El nivel formativo es un factor determinante a la hora de garantizar el
acceso al mercado laboral. Es una conclusión generalizada en todos los países
miembros de la UE: a mayor nivel de
formación, mayor tasa de ocupación y menor desempleo.
En este sentido, es significativo cómo entre los jóvenes de nuestro país
la carencia formativa se alza como una de las principales causas de desempleo.
A través del informe Jóvenes con discapacidad y empleo en España (2016),
hemos podido radiografiar el nivel formativo predominante entre aquellos que
tienen discapacidad y compararlo con el resto de las personas de su edad. Llama
la atención el importante gap existente:
un 11% de los jóvenes con discapacidad es analfabeto (sólo un 0,28% de los de
su edad) y apenas un 2% cuenta con estudios universitarios, frente al 11,9% del
resto.
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