Cristina RamónYa estamos en 2021. Se acabó el maldito 2020, ese año en el que hemos añadido las palabras confinamiento y pandemia a nuestro vocabulario a la fuerza. Ese año en el que “Resistiré” ha vuelto del ostracismo para darnos ánimo durante el encierro. En 2020 hemos aprendido a ser resilientes, a aguantar y a no planear nuestras vidas mucho más allá de las 24 horas del día presente. También, gracias a las mascarillas, hemos aprendido a sonreír con los ojos y a abrazar con el alma. Nunca antes habíamos estado tan unidos en la distancia. Las redes sociales y plataformas como zoom han ayudado a que nos sintiéramos más cerca de los nuestros a pesar de los kilómetros que pudieran separarnos.
Este nefasto año nos ha demostrado que nuestros sanitarios no son esos “matasanos” que solo piensan en encontrarnos la peor de las enfermedades cuando pisamos su consulta. No son robots. Son personas que como tú y como yo tienen sentimientos y el vaso de su paciencia está a solo una gota de colmarse, si no es que lo ha hecho ya. Ni en cien vidas que viviéramos habría suficientes tardes para salir a nuestros balcones a poner nuestras palmas rojas de aplaudirles. Su labor en esta pandemia es encomiable, ya que se han enfrentado a un enemigo invisible sin prácticamente medios. Se han expuesto y han expuesto a sus familias por cuidar a los demás y se han enfrentado en ocasiones al rechazo de sus vecinos, que muy egoístamente les pedían en pleno confinamiento que abandonaran sus viviendas. También hemos comprobado que los negacionistas y los inconscientes siguen proliferando después de casi un año desde que estallara la crisis. Los ya más de 50.000 muertos en nuestro país no son más que un número para todos aquellos que se han saltado a la torera las restricciones esta Navidad, yéndose de rave en Nochevieja o juntándose para cenar o comer con más personas de las permitidas.
Ahora solo nos queda confiar en la vacuna pero, viendo que Madrid y Cataluña solo han inyectado un 6% y un 13% de las dosis que les han llegado, parece que este va a ser un camino lento y muy tortuoso. El todavía ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció antes de fin de año que en verano el 70% de los españoles podrían estar ya vacunados frente al Covid 19, algo que a día de hoy parece a todas luces imposible. Que nadie piense que esto ha acabado, la tercera ola del virus no ha hecho más que comenzar y amenaza con ser más devastadora que sus hermanas mayores. Aún queda mucho para derrotar a un virus que puede volverse endémico y aunque es comprensible el hartazgo de la población, hay que cumplir escrupulosamente con las medidas impuestas. De otra forma esto no acabará nunca. Ojalá que, por fin, todos lo entendamos y actuemos en consecuencia. Feliz 2021.
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