Marga Benlloch. EPDA Desde hace ya algunos años se «celebra» el 25 de noviembre el Día Intencional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, una fecha que busca concienciar sobre la violencia de género y abogar por su erradicación definitiva.
Es crucial abordar este problema. En ese punto existe un amplio acuerdo social y político en nuestro país. La cuestión en la que diferimos, como en muchos otros aspectos, es el cómo enfrentar esta lacra a la vista de los resultados obtenidos los últimos años.
Hay verdades como puños que una parte de la clase política de este país trata de ocultar y menospreciar. La violencia existe más allá del género dentro del núcleo familiar y la respuesta que da la política es en la mayor parte de los casos insuficiente para abarcar todo la totalidad del mismo.
Cuando tenemos una sociedad diversa, con familias que responden a todo tipo de formas de pensar y vivir, aislar el problema de la violencia de género única y exclusivamente del hombre a la mujer, lejos de resolver el problema, deja fuera a muchas otras personas que sufren desagradables situaciones en sus relaciones de pareja y familia.
Por eso la acción institucional debe contemplar la dignidad de cada persona como punto de inicio de cada ley que esté orientada a su protección, sin importar con quién y cómo vive.
De todas las necesidades que plantea este nuevo tiempo, en el que somos más libres que nunca (o eso nos han querido vender), la política no puede tener una mirada estrecha en la que una sola ideología pretenda marcar el paso frente a los retos sociales. Debemos trabajar en conjunto, superando siglas para dar respuesta definitiva, de una vez por todas a la violencia. Y por supuesto también, a la violencia de género.
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