Mónica Caparrós.
Me
hubiera gustado empezar este artículo con un: “Dice el informe...”
Pero resulta que google no piensa lo mismo, o el sistema, o el
momento, o... no sé a quién echar la culpa. El caso es que teclee
“Mujer y propiedad de la tierra” y el primer enlace me preguntaba
tan tranquilo si “Buscas sexo en España?”.
Vale
internet, tú lo has querido, partamos de ahí. Dices, que si lo
dices tú es como si lo dijera un gurú de la verdad, que no debo
estar enfocando bien la pregunta. Si yo, ingenua de mí, andaba
buscando la relación de la propiedad de la tierra con la acumulación
de riqueza, si estaba intentando comparar nuestra situación laboral
con la que viven las mujeres en el tercer mundo, si mi intención era
hacer un análisis fugaz pero concluyente de como están estas
situaciones relacionadas; y resulta que me equivoco.
Lo
siento mujer del primer mundo con acceso a internet, con posibilidad
de desarrollo profesional, con estudios, con libertad de decisión...
lo siento mujer pero no eres nada.
Resulta
que da igual todo el esfuerzo consumido en ocupar tu lugar, en
hacerte a codazos con el respeto de tus compañeros, con el derecho a
llegar a tu meta laboral, con tragar con los sacrificios implícitos
de tu ambición; porque abres internet y ahí está lo que realmente
eres, lo que la sociedad patriarcal quieres que seas. Eres objeto
deseado, sexual, alcanzable, comprable. Lo siento pero eres un
producto más.
¿Cómo
vamos a hablar de igualdad laboral cuando no llegamos ni a acercarnos
a ser iguales socialmente?, ¿cómo hacerlo? Si parece que la
sociedad se divide en personas y objetos.
La
precariedad laboral, los trabajos oscuros, los pagos en negro, el
bajo salario; todo está relacionado con nuestra condición de mujer,
con la imagen que la sociedad perpetúa de nosotras, con ser una
búsqueda sexual (la primera) en el servidor de internet. Y mira que
me había dicho que aquí sólo daría datos, que sería seria y me
ceñiría a la realidad más cuantificable, pero no ha podido ser. No
cuando el profeta de las búsquedas, donde todas y todos vamos a
informarnos, consiente, cobra y aúpa el fomento de la imagen de la
mujer como lo que realmente la sociedad cree que somos, objetos
fáciles y manipulables. Que ya, que ya sé que esto se convierte
siempre en lo mismo pero es frustrante. Da igual la ley y la
competencia, la verdad es que esta pátina de normalidad e igualdad
que se nos vende desde las altas esferas esconden un mundo real en
que la desigualdad es tan clara y difícil de ocultar como ser las
primeras en algo, en concreto en convertirnos en objetos a ojos de la
sociedad.
Iba,
como compromiso, a romper una lanza por los derechos laborales, iba a
ser clara y hablar de estadísticas, iba a hacer un artículo fácil
de relacionar con el 8 de marzo; pero no ha podido ser. Y no ha sido
por mí (os lo aseguro) ha sido google, que no me ha dejado opción.
Aclaración:
las minúsculas de google e internet son a propósito, de puro
enfado.
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