Susana Gisbert.
Este fin de semana asistimos desde nuestros sofás -salvo quines
pudieran hacerlo en vivo y en directo- a la gala de los Goya. Una
gala que desde el principio se nos anunciaba como espacio de
reivindicación de la presencia de mujeres en el cine.
No había que ser Hércules Poirot para decir que se veía venir,
después del #MeToo y de todos los eventos en que se ha aprovechado
la plataforma del glamur y la alfombra roja para reivindicar los
derechos de las mujeres. De otra parte, tampoco es nada nuevo. Ya
hemos visto más de una vez cómo estos eventos se convertían en un
altavoz de otras peticiones, y con razón además. Así que vaya por
delante mi satisfacción por el "qué", el "cuándo" y el
"dónde", aunque sobre el "cómo" habría que hablar un poco
más.
Lo primero que me llama la atención es la gran paradoja de que una
gala que pretende ser reivindicativa de la presencia de mujeres sea
presentada por dos hombres. Y no es que los hombres no puedan luchar
por la igualdad tanto como las mujeres, desde luego. Pero los gestos
importan, y un gesto tan importante como los abanicos rojos hubiera
sido la presencia de, al menos, una mujer, entre quienes conducían
la gala. Como diría mi madre, el movimiento se demuestra andando.
Pero no voy a ser ceniza. Y, aunque me hubiera gustado ver más
abanicos rojos y oir cosas más contundentes, no está mal como
principio. Repito, como principio. Lo verdaderamente importante es
que todo esto no quede en un TT, en una gala y en una anécdota, y
sea el inicio de un compromiso para ser cada vez más iguales en el
cine y en la vida. Que, como se dijo, tome nota la Academia, pero
también lo hagan quienes forman parte de este gran negocio que es el
cine. Que quienes pagan, quienes contratan, quienes escriben los
guiones, quienes dirigen, quienes seleccionan a los intérpretes,
quienes distribuyen las películas y quienes hacen todas las cosas
que hay que hacer se pongan a la tarea y utilicen el abanico rojo
para algo más que para darse aire. Sin olvidarme del público,
claro. Porque quienes van al cine también han de poner su granito de
arena, que no es moco de pavo, con su paso por taquilla. Que es bien
sabido que el público tiene la última palabra.
Así que, con más o menos fortuna, me congratulo del gesto. Pero
solo si supone el pistoletazo de salida a una carrera que todavía es
larga. No lo olviden. Les estaremos vigilando.
SUSANA GISBERT
(TWITTER @gisb_sus)
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