Mila XiménezO
la vida del resto de los mortales es aburridísima. O la de los
colaboradores de
Sálvame es sospechosamente entretenida. No hay nada que no pase
en Sálvame. La
corrala de corazón de Telecinco que ha conseguido desplazar a
los personajes
del corazón de toda la vida a un segundo plano por colocar a sus
tertulianos y
colaboradores como protagonistas. Algo así como “nosotros
hacemos el programa,
nosotros facturamos la publicidad y nosotros nos lo llevamos.
¿Para qué
compartir lo que la cadena gana con nosotros?”. Para ejemplo, un
botón: los
miles de polideluxes de Kiko Matamoros.
La
última “locura” de Sálvame ha sido el despido de Mila Ximénez
por una discusión
donde, se supone, los directores la habrían despedido en la
jornada de ayer
miércoles. Mi pregunta
es, ¿hasta cuándo
nos vamos a creer estas historias? O mejor dicho, ¿hasta
cuándo se va a creer
estas “historias” la audiencia? Sin ánimo de menospreciar
a nadie, es bien
conocido que mes a mes cuando salen los datos de las audiencias,
el target
comercial -o perfil de espectadores que eligen mayoritariamente
un canal de
televisión u otro- de Telecinco es un perfil medio/bajo y bajo.
Pero no me creo
que, simplemente, por dominar en este perfil de la audiencia,
estos espectadores
sean incrédulos. 2
millones de personas
se tragan desde hace años, las “locuras” de Sálvame en su
edición diaria y
Deluxe, los viernes por la noche.
La
actitud de los colaboradores, vehementes y dignos de las mejores
interpretaciones, hacen más creíbles estas historias. El peligro
está en que
Telecinco y la productora del programa, La Fábrica de la tele
están
subestimando demasiado a la audiencia. Demasiadas historias que
se repiten,
idas y venidas que ya no hay quien se las crea e historietas de
patio de colegio
que rozan la inverosimilitud. La pregunta es, ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo ese perfil
medio/bajo y bajo será
capaz de tragarse estas historias dignas de los mejores
guionistas día tras
día? O el ser humano es un animal de costumbre o la
soledad es muy mala y
Sálvame les hace compañía en la soledad del salón.
Resulta
sospechoso que, supuestamente, se despida a Mila cuando está a
punto de volver
Rosa Benito. Otro personaje que, supuestamente, se había
enfadado con el
programa. Ahora se va Mila, la eterna enemiga de La Benito, y
viene ésta. Así cuando
vuelva Mila ya hay otra
expectación creada para contemplar el reencuentro de ambas.
¿No es todo ya
demasiado artificial? ¿Se creen que la audiencia es tonta? La
lista es
larga y, me temo, que lo de Toño al que veremos sentado ahí
SEGURÍSIMO, tampoco
tiene pinta de ser del todo una historia veraz. Los eternos
lloros de Terelu
por su físico y su malestar laboral; Kiko, sus hijos y Makoke
enzarzados en mil
historias; cuando no hay nada que sacar se recurre a la historia
que tuvieron
Bárbara Rey y Chelo Gª Cortés; la Pantoja y una Raquel Bollo
necesitada de “perchas
informativas” e inventos a doquier para seguir sobreviviendo en
este peculiar
universo; los nada creíbles infortunios de Karmele con el
dinero; el recurrente
Víctor Sandoval cuando se necesita rescatar temas del baúl de
los recuerdos... por
cierto, ¿alguien se cree los
polígrafos? ¡ni en un pato de colegio!
El peligro de Sálvame es él
mismo. El pensar que la audiencia puede tragarse todo.
No hay nada como ver las opiniones en foros y en redes sociales
cuando salen
noticias como la de Mila. El programa carece cada vez más de
veracidad pero la
audiencia, quizás ese perfil adicto a Telecinco, no puede
desengancharse de él.
Como los adictos lo son a los seriales de Antena 3.
La
cosa resulta chocante cuando ves lo que emite la competencia. En
la Uno un
programa sobre casos médicos y un programa de reportajes. En
Antena 3, series
con buena factura y concursos, en La Sexta un programa de
actualidad con
reportajes periodísticos… en Telecinco siguen alimentando
historias que buena
parte de los españoles no se cree (a tenor de las opiniones en
estos otros canales
mencionados). Disputas entre compañeros de pupitre. Y cuando no
las hay, ya se
encargarán de producirlas, llamar a supuestos testigos, a hacer
de una anécdota
todo un drama… El truco
está en poner
cara seria, que Paz repita por el pinganillo lo que el Director
le dice, a
poner música de misterio, cebos aprendidos de aquel “Aquí hay
tomate” y, cómo
no, la actitud de los colaboradores. Se ganan el sueldo sí,
porque son la
fórmula del éxito del programa. Sálvame es entretenimiento y
ficción, no es
periodismo. Pero la duda me sigue reconcomiendo, ¿hasta cuándo
nos vamos a
creer a Sálvame?
¿Somos
tontos?
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