Miguel Bailach. EPDA Ese sería el diagnósco médico a los gobiernos de izquierdas. La auto‑creída superioridad moral de la izquierda, les lleva a pensar que ellos son los que enen la verdad absoluta de las cosas, que están en un plano superior que les hace poseedores de una clarivisión de la que carecemos aquellos que no comparmos su ideología, y que por ello, han de enmendar esa “miopía” permanente que tenemos imponiéndonos (por nuestro bien, aunque no lo sepamos aún) sus mantras y su visión de la vida para hacernos ver que estamos equivocados y que al final, veremos la luz...
Fracasaron imponiendo por la fuerza su modelo económico (eso hay que recordárselo d vez en cuando); y ya adaptados hoy en día a nuestro liberalismo económico, a estos nuevos socialistas‑comunistas de iPhone, no les queda otra batalla que la cultural y la social... y en ello están.
Pero estos señores y señoras parten de una idea equivocada... y es que no todos queremos ser como ellos, nosotros creemos en la LIBERTAD, con mayúsculas. Pensamos que la sociedad es plural y queremos defender esa pluralidad; y es que en lo heterogéneo está la esencia de la sociedad... no es bueno que todos pensemos igual y no es bueno imponer a otros lo que uno piensa. La diferencia entre los demócratas‑liberales y las ideologías extremas (tanto de derechas como de izquierdas) es que nosotros creemos que hay que convencer y no vencer... al contrario que otros que al parecer siempre están en guerra.
A algunos no les gusta la pesca, o la caza, o la colombicultura, o los toros... pero a otros sí, y no por ello se ha de imponer una u otra visión... los poderes públicos han de regular estas actividades o derechos para que aquellos que sean partidarios de ello lo hagan con garantías y de manera regulada, y que se garantice el derecho de quien quiera o quien no quiera practicar este deporte o utilizar esta posibilidad. Pero nunca imponer.
Por ello toda imposición ha de ser rechazada. La imposición lingüística en la Comunidad Valenciana a la que estamos asistiendo en los últimos años está siendo un ejemplo de ello.
Hemos pasado, cuando estaba el PP gobernando, de un modelo de libre elección a la hora de elegir la lengua en la que se recibe la educación, a un modelo de imposición enmascarado en un bien común (como les gusta este concepto a la izquierda). De que sea una decisión personal a que sea una colectividad la que escoja por nosotros... (siempre se supone que por nuestro bien, que ellos saben velar mejor por nuestros intereses que nosotros mismos). Una colectividad, la de un Consejo Escolar, que será quien decida en qué lengua se estudia en ese centro educativo, un Consejo Escolar que no deja de ser un órgano cuyas motivaciones, las de sus componentes, no siempre son coincidente, e incluso a veces están enfrentadas. Y si al final tampoco hay acuerdo aquí... será la Conselleria la que decida... por nuestro bien, claro. Si a ello le sumas la normativa de la Conselleria que beneficia claramente a los que optan por una opción frente a otra, te das cuenta de la perversidad del sistema que ha impuesto esta Generalitat y que no respeta la libre elección de las familias para escoger el idioma en el que estudiarán sus hijos. Y por favor... los que penséis en atacarme no lo hagáis desde la visión limitada de los que vivimos en l’Horta o en una comarca concreta, que la Comunidad Valenciana es mucho más plural, variada y heterogénea que lo que se ve desde el Micalet. Pero no os preocupéis, ésto, como todo lo que hace la izquierda es por nuestro bien... aunque no lo sepamos. Porque para ellos se trata de ganar: y es que ellos son más de vencer que de convencer.
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