¿Algo qué celebrar tras las elecciones catalanas?

E Redacto estas líneas el día después de las elecciones catalanas y la verdad, motivos de celebración encuentro pocos. 

No entiendo porque cada vez que suena la música Iceta se arranca a bailar, ni la nula capacidad de autocrítica de Ciudadanos, ni que los indepes digan que ‘cada vegada som més,’ ya que entre ERC i Junts se han dejado 700.000 votos por el camino, o que apelen a que las fuerzas independentistas ya superan el 51%, cuando uno de cada dos catalanes no ha ido a votar. 

No entiendo como el PP hace políticas de espaldas a Catalunya y eso que su candidato sí que ha sabido dar la cara, hasta sus adversarios le han reconocido el mérito. 

Y no entiendo el empecinamiento de Sánchez e Illa por subirse al carro de unos comicios adelantados porque los socios del ‘govern’ no se soportan, y más cuando los socialistas acaban sacando una victoria que, a día de hoy, y aunque Illa no nos haga un ‘Arrimadas’, ‘sembla totalment’ improductiva. En cambio, les diré, que sí se entiende lo de VOX, visto lo visto en el conjunto de todas las formaciones. La crispación solo alimenta a los radicales y viendo el hueco que dejan Ciudadanos o el PP, es normal que algo acabe cayendo en el saco de la derecha derecha.

Por lo demás, nada que celebrar si, como yo, alguien esperaba templanza, cordura, estabilidad, diálogo, reconducir posturas, salir de este bucle de desafección social y política que impera en Catalunya y que afecta al resto del Estado, como si no tuviéramos ya bastante con una pandemia que a todos genera fatiga porque no somos capaces de quitárnosla de encima. Los políticos nos han llevado a este punto que parece sin retorno, todos, por acción u omisión y todos deberían poner de su parte para reconducirlo, pero ya sí eso, otro día, ahora centrémonos en vencer a esta pandemia y en reconstruir las miles y miles de micro economías dañadas, arruinadas o endeudadas

¿Pregúntenles a ellos o a todos los que han perdido un ser querido si la independencia de su territorio les hace más llevadero el duelo? ¡Qué pena de país de países!