Carmina Serra (Supermundano) y Alma Andreu (La Forte). //EPDA¿Qué podemos
encontrar en 'La vida de las cosas pequeñas'?
En La vida de las cosas pequeñas cuento historias cotidianas que me han
pasado casi desde el día en que nací hasta hoy. No son ni más importantes ni
más asombrosas que las que te pueden haber ocurrido a ti, son anécdotas
corrientes y mundanas –o ‘supermundanas’- contadas con sentido del humor y
mucho amor por la vida real, la pequeña, la de ir por casa.
Has colaborado con Supermundano, ¿qué han
aportado ellos al libro?
Más
que una colaboración ha sido un trabajo en común. Los garabatos de Carmina no
son un apoyo a mi historia, son un ente prodigioso que funciona por sí solo.
Carmina dibuja con mucha mala leche y a mí eso me conquistó desde el primer
minuto. La acidez y el sarcasmo viene contada por mí y dibujada por ella.
Siempre hemos ido al unísono, como una sola voz. Y eso posiblemente no lo
habría encontrado en otra persona.
Y además entras por la puerta grande de la mano
de Lunwerg.
La verdad es
que tengo mucha suerte porque no todo el mundo puede decir que ha publicado un
libro… y menos con Lunwerg. Ellos nos han dado libertad absoluta para contar y
dibujar todo lo que quisiéramos. Evidentemente la confianza ciega que depositas
en un sello como Lunwerg viene motivado por su trayectoria editorial… ¡lo
difícil era que confiaran ellos tanto en mí!
¿Cómo surge la oportunidad de publicar tu primer
libro?
Llevo escribiendo
toda la vida, lo que ocurre es que gracias a las Redes Sociales, la gente ha
podido leerme. El boom de Instagram y el auge de la blogosfera me ayudó hace
algo más de dos años a mostrarle al mundo lo que sé hacer. Publicar de forma
constante textos en Internet es lo que ha provocado que Lunwerg (un ‘hijo’ de
la editorial Planeta) se fije en mí. Aunque reconozco que tuve que dar algún
grito que otro y llamar a su puerta haciendo ruido.
¿Qué ha sido lo más apasionante del proceso de
creación?
Seguramente
lo más bonito es no tener un jefe que te pauta ‘haz esto’ o ‘escribe lo otro’.
La libertad absoluta para dar rienda suelta a mi diarrea verbal es lo que hace
que escribir sea mi terapia.
¿Y lo más complicado?
¡El desconocimiento del proceso! No teníamos ni
idea de los pasos que se dan cuando decides publicar… y no ha sido fácil
comprender cómo se hace un libro. Todo el mundo sabe cómo se hacen los hijos…
¡pero no cómo se hacen los libros!
Te consideras una vedete y te autodenominas
'cuentista rural' y 'antigram', ¿qué significan estos términos?
Una amiga me dijo hace tiempo que mis fotos eran
azúcar y mis textos vinagre. Es verdad que me gustan las cosas bonitas pero
acabé muy saturada cuando el postureo y la vida de cartón empezó a inundar el
mundo digital. Ahí surgió mi #soyantigram, cuando observé que todos querían ser
‘instagrameables’ y forzar situaciones que no eran reales. Ser antigram es ser
más normal que tu tío Paco o mi prima la del pueblo. La gente de verdad.
¿Desde el principio de esta aventura, te has
preguntado alguna vez 'qué hace una chica como yo en un sitio como este?
¿Una? ¡Muchas! Mi padre dice a menudo que para qué
he complicado tanto mi trabajo, que ya ves tú, que podría trabajar en una
oficina de nueve a cinco y tan fresca. Y tiene razón, pero mira, ya que te
pringas… te pringas a lo grande y a ver hasta dónde llegamos.
¿Dónde te va a llevar 'La vida de las cosas
pequeñas?
¡Eso digo yo!
¿A dónde? Si yo soy como Groucho Marx, que tampoco pido tanto… sólo quiero ‘un
pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna’… ¡Jajaja! ¡Es broma!
Ojalá mi libro traiga un pan debajo del brazo y muchas horas de luces de neón y
aplausos en la platea.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia