Alumno de Caxton College en la entrada del Imperial College. epda
Solo unos elegidos
forman parte de esta prestigiosa universidad británica situada en el
Londres victoriano. Un poderoso enclave académico donde han estudiado, e
impartido clases, grandes nombres de la historia universal como Alexander
Fleming, inventor de la penicilina, el filósofo Henry Huxley o el escritor de
ciencia ficción H.G Wells.
Nicolás Barykin,
estudiante español de origen ucraniano, acaba de iniciar, por méritos propios,
su primer curso en este campus internacional en el que acuden a diario alumnos
de 125 nacionalidades. “Mi primera semana
ha estado repleta de eventos, tanto sociales como académicos. He podido conocer
a personas de prácticamente cada rincón del planeta: desde México hasta
Singapur (y por supuesto también españoles). De hecho, la mayoría de
estudiantes en mi carrera ni siquiera son del Reino Unido”, asegura
Barykin con asombro.
Para poder
sentarse en un pupitre de su ilustre facultad de Matemáticas, este ex alumno de
Caxton College vivió un proceso de admisión muy exigente que superó de manera
admirable. “Inicialmente mandé un ensayo
en el que debía demostrar mi interés por las matemáticas, posteriormente tuve
que presentarme a un examen de un nivel muy alto sobre esta misma materia. Tras
evaluarme ambas pruebas, me comunicaron que me admitirían si sacaba un 13'77 (sobre una nota máxima de 14
puntos) en mis notas finales de Bachillerato. Fue muy duro, pero lo
conseguí”, sonríe Barykin.
A pesar de ser
un enamorado de las matemáticas, este joven valenciano siente una profunda
vocación por las letras. De hecho, una de las asignaturas que eligió para
cursar en Bachillerato fue Literatura Inglesa. Aunque esta relación parezca
sorprendente, Barykin opina que no es tan extraña. “A priori, vemos muchas diferencias,
pero realmente no hay tantas ya que ambas persiguen un fin social. Las
matemáticas atienden a la lógica, son objetivas, abstractas, racionales y no
son cuestionables. La literatura es todo lo contrario, emocional, subjetiva,
valorable… Mientras que la literatura intenta explorar las limitaciones, la
existencia y el significado de la condición humana, las matemáticas tratan de
encontrar respuestas absolutas a cuestiones que nadie se ha planteado hasta el
momento. Pero el objetivo de ambas disciplinas es similar: ayudar a que la
sociedad se sienta mejor”.
Entre sus gustos
literarios asegura que le encantó Muerte
de un viajante, de Arthur Miller, y que ahora está disfrutando mucho con El retrato de Dorian Grey, de Oscar
Wilde, “aunque también le dedico tiempo a las matemáticas que son mi verdadera
pasión”, aclara Barykin.
Como es sabido,
las matemáticas ayudan a desarrollar la lógica. Por eso, este joven de 17 años
que está muy agradecido por todo lo que su antiguo colegio ha hecho por él,
también se siente atraído por el mundo de la filosofía. Por esa razón, a pesar
de que todavía no tiene claro qué camino profesional se va a abrir a través de
las matemáticas, prevé que las usará “de una manera muy práctica para que
puedan ayudar a la humanidad”.
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