Unos vecinos de València salen al balcón de su vivienda. EFE Los días de confinamiento en casa por el coronavirus son más llevaderos
si sabes que tienes una cita con el exterior a las ocho de la tarde: a
esa hora, balcones y ventanas se llenan de aplausos solidarios, pero
también de silbidos, saludos al vecindario, canciones y algún que otro
grito de desahogo.
"Los seres humanos somos seres
fundamentalmente sociales: aunque podamos estar solos, y de hecho lo
necesitemos en alguna ocasión, la interacción con los nuestros es
fundamental", explica a EFE el psicólogo Fernando Catalán, quien destaca
que participar en acciones como estas salidas a los balcones es "como
estar en grupo".
Los aplausos nocturnos que empezaron el sábado
-gracias a mensajes de Whatsapp y en las redes sociales- para homenajear
al personal sanitario que nos cuida en esta pandemia han dado lugar a
salidas diarias para dar las gracias a otros colectivos que siguen al
pie del cañón, como la alimentación, la seguridad o la limpieza.
Pero
no solo eso: desde el balcón también se silba, se saluda y se pregunta
al vecino cómo está, se tocan instrumentos o cacerolas, se encienden y
se apagan luces, se juega al 'veo veo' y se ponen canciones, desde el
Himno de la Alegría al nacional o el regional, pasando por 'Resistiré',
'Yo viviré' y hasta 'Mi gran noche'.
"Si uno hace una broma, otro
pone una canción, y sobre todo si cantamos y hacemos cosas en grupo,
sobrellevamos cualquier situación", señala Catalán, quien reivindica la
ayuda que supone aplicar un poco de humor: "Es como decir: vamos a sacar
lo que seguimos teniendo de bueno, y a no ponernos excesivamente
tristes".
Hay barrios, como el de Cánovas en València, que tienen
su propio DJ en un ático y con sus altavoces a toda potencia entretiene
al vecindario e incluso mueve a bailar a algunos, o el del Corazón de
Jesús de Elche (Alicante), donde un vecino regala a diario quince
minutos musicales que acaban siempre con la pieza más conocida de la
película 'Rocky'.
También hay localidades, como Almoines
(Valencia), que utilizan la megafonía municipal para difundir canciones
como 'Color esperanza' o 'Resistiré' y hacer así más fácil de llevar el
confinamiento, y vecinos espontáneos que, micrófono en mano, agradecen
al resto de 'balconistas' los aplausos y les emplazan para el día
siguiente.
Y no faltan quienes aprovechan el momento de aplausos
y silbidos para lanzar algún que otro grito al exterior, desde un
'bravo' a un 'me aburrooo', pues, como explica este psicólogo, "la
meditación es buena, pero uno tiene que desahogarse, transmitir hacia
afuera las sensaciones: de vez en cuando tenemos que soltarnos un poco,
es bueno".
Hay quienes están trabajando en la calle cuando llegan
los aplausos, como una agente de la Policía Nacional que explica a EFE
que al paso del coche patrulla les gritaron 'Viva la Policía' y cuando
les hizo luces se duplicaron los ánimos. "Fue emocionante: por gente
como esta te la juegas cada día y no por los que hacen caso omiso del
confinamiento sin pensar en los demás", asegura.
La gente está
saliendo más que nunca al balcón: hay quien no sabe por qué está
aplaudiendo, pero lo hace; quien se emociona de saludar a su madre en la
ventana de enfrente; y quien aprovecha el ratito para conversar un rato
con los vecinos o poner bien la pancarta casera con el arco iris y la
frase "todo irá bien".
"No es lo mismo estar solo en casa que
saber que tengo una acción en la que participamos todos: de pronto
realizo una actividad en grupo, donde me estoy animando porque nos
apoyamos entre todos", destaca el psicólogo Fernando Catalán. Esta
tarde, a las ocho, nos vemos de nuevo en los balcones.
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