El Palacio de la cultura musical de Casinos, abrió el sábado día diez
de noviembre sus puertas para poner una nota juvenil y entusiasta en
las frías tardes de otoño. Noviembre es un mes musical al celebrar la
fiesta de santa Cecilia patrona de los músicos.
Desde el Conservatorio Profesional de Música de Lliria, vinieron
estos jóvenes músicos para ofrecer ese arte especial que corre por sus
venas y que llena de música nuestras vidas. En ese Conservatorio,
abierto desde hace más de veinticinco años a la Comarca del Camp del
Turia y comarcas vecinas se imparten los estudios completos
correspondientes a las enseñanzas profesionales de música y cuenta con
las asignaturas optativas propias de “Periodismo y crítica musical” e
“Iniciación al Jazz”.
Casinos recibió con entusiasmo el concierto de Brass Band y Big Band
del conservatorio de Lliria, que fue interpretado por las agrupaciones
reducidas formadas por alumnos y profesores. La Brass Band la componen
instrumentos de viento, metal y percusión, cuenta con una trayectoria
superior a los siete años y después de realizar numerosos conciertos,
hay que reseñar su actuación en el Palau de la Música de Valencia.
Son más de diez años de vida los que tiene la Big Band, y si
inspiración nace de las orquestas de swing americanas nacidas en los
años treinta del pasado siglo y que su máximo esplendor lo consiguieron
en los años sesenta, fenómeno este que favoreció el desarrollo del
jazz, hasta el punto de popularizarlo inmortalmente hasta nuestros días y
convertirlo en agradable música de baile.
El programa del concierto en la primera parte actuó la Brass Band con las siguientes obras:
La caracolá de P. Sparke; Carros de Fuego de Vangelis (arreglos M.
Santos); La vida es bella de N. Piovani (arreglos M. Santos); La
Fiestas de C. Cora (arr. R. Di Marino); Sway de P. Beltrán/N. Gimbel
(arr. A. Ravizza); What a Wonderfull World de L: Amstrong (arr. D.
Llosá); Mancino for Brass Choir de H. Mancini (arr. L. Meyer),
magistralmente dirigida por José Vicente Escrich Martínez, director
sustituto quien tuvo palabras muy agradables para el director titular
de la Brass Band, que no pudo dirigirla por estar accidentalmente de
baja, pero le dedicaron una de las piezas musicales que fue largamente
ovacionada por el público.
La segunda parte fue coronada por la actuación de la Big Band que
interpretó In the mood de Joe Garland; Basin Street Blues de Spencer
Williams; C Jam Blues , arreglos de Dave Wolpe; Hello, Dolly de Jerry
Merman; Hot Java Jump de Larry Neeck; Little Brown jug de Bill Finegan;
Backrow politics de Gordon Goodwin; Against all oddss de Phil Collins,
One more once, arreglos de Matt Amy; Oye como va, de Tito Puente;
Everybody needs somebody to love de Berns/ Burkle/ Wexler.
Todo el concierto puede calificarse de una brillante actuación y esta
segunda parte contó con momentos tan divertidos como exquisitos,
pudimos disfrutar con las pautas marcadas por José Vicente Murgui
Marqués y sus saxos, dando entradas y salidas a los músicos, así como
los paseíllos instrumentales por el escenario entre este virtuoso del
saxo y otro virtuoso del trombón de varas Rafa Martínez, ambos hijos y
vecinos de Casinos.
No faltaron ni los aplausos ni los bravos a una actuación que “in
crescendo” animaba al público a disfrutar con esa eterna música que
llenó de notas juveniles el Auditorio de la Música de Casinos dentro de
la programación estable que organizan el Ajuntament de Casinos y la
U.M.C.
Aparte de estos dos músicos de la Villa de Casinos, que junto a los
otros componentes de estas agrupaciones del Conservatorio de Lliria,
nos obsequiaron con tan magno concierto, quiero dejar constancia que
entre las filas de Brass Band y la Big Band, están Eloy Pérez, Lucia
Bonet, Pere Andreu, Mario Rodriguez, Kilian Garrido, Alicia Murgui,
María Murgui , José Vicente Murgui y Rafa García, todos ellos músicos de
Casinos, sin olvidar a José Ignacio de Marines, que también lleva
sangre Casinense.
Vitalidad, juventud, simpatía, ganas de hacerlo bien ante un abnegado
público que puesto en pie aplaudió y felicitó a todos los entusiastas
músicos que una vez más demostraron la cordialidad entre los pueblos de
la comarca, el buen hacer del Conservatorio de Lliria, y la realidad de
saber aprovechar el tiempo e invertirlo en horas de provecho como es
exportar al mundo esa buena profesionalidad a la hora de ejecutar las
partituras. Unidos por la música.
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