Raúl Castillo.Hace escasos dos días que la
nueva corporación comenzó a rodar y no puedo evitar rememorar las semanas
previas al pleno de constitución del Ayuntamiento de Sagunto, en las que
existía varias posibilidades de gobernar nuestra ciudad. Algunas combinaciones
eran más arriesgadas y exigían del nuevo alcalde una valentía que en estos ni
siquiera le podemos exigir, sin embargo, también se contemplaban otras
combinaciones que podrían haber cambiado el rumbo de manera determinante en la
manera de gestionar nuestra institución local.
Iniciativa Porteña, como fuerza
trasversal, en la que se integran ideologías de todos y cada uno de los
partidos del espectro político nacional y que, además, manifestó públicamente
que en el caso de entrar en el equipo de gobierno no pondría encima de la mesa
debates respecto al segregacionismo y trabajaría por el interés de todos los
ciudadanos del municipio por igual.
Desde Ciudadanos, nos pusimos a
disposición del nuevo alcalde para que contase con nuestra experiencia y
conocimiento dentro de la institución, así como con un significativo número de
proyectos que, sin duda, podrían hacer de esta ciudad una nueva y mejor versión
de sí misma.
Sin embargo, la decisión final
fue la de volver a pactar con Esquerra Unida y Compromís, o lo que es lo mismo,
cuatro años más de política ideológica, instaurada en la médula de nuestras
instituciones públicas. Nada nuevo en el horizonte, política lingüística sin
control, conflicto permanente con nuestras empresas y empresarios, deslealtad
institucional, falta de coordinación entre concejalías… es decir, de nuevo un
gobierno que volverá a la senda de la ineficacia y el enfrentamiento.
En las próximas semanas veremos
si este seudo botànic que se está cocinando a fuego lento, es capaz en estos
cuatro años de afrontar los problemas graves y enquistados de nuestro
Ayuntamiento, o como han hecho durante toda la legislatura pasada, no solo no
han resuelto ninguno, sino que los incendios se les han propagado por cada
rincón del consistorio.
Ojalá me equivoque y tenga que reconocer en unos meses
que Dario, como nuevo director de orquesta, ha puesto cierto orden y valentía
encima de la mesa, pero me temo que durante mucho tiempo nos tendremos que
acordar de
“aquella oportunidad perdida”.
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