No han dado ni cien días de gracia al Gobierno y ya han desempolvado las pancartas, movidos por un ataque de nervios. Al grito de ¡basta ya! profieren palabras amenazantes y consignas bélicas: "Si esto no se arregla, habrá guerra’’, "La solución, revolución’’, "Obrero despedido, patrón colgado", "¡Muerte al patrón y los banqueros a prisión!"… Si Rajoy no acepta "nuestras condiciones" el conflicto no terminará. Insultan a la derecha y a ciertos medios: COPE, El Mundo, Intereconomía, La Razón… Quien no está con nosotros está contra nosotros. Un auténtico Apocalipsis y un auténtico chantaje.
Siempre se ha dicho que la "auctoritas" nace de las urnas. Nadie, que no haya recibido la confianza del pueblo, puede suplantar su voluntad. Que yo sepa los sindicatos no han pasado por las urnas. Sería muy interesente que se sometieran al voto de los ciudadanos. Sabríamos entonces el aprecio que les tiene el pueblo. Pretenden mantener una posición inmovilista, disfraz de su egoísmo gremial y de su hipocresía. Ni es ético ni razonable persistir en una política que ha fallado estrepitosamente y nos ha dejado más de cinco millones de parados. Que no se rasguen las vestiduras y no hagan el ridículo. Digan lo que digan hacen falta medidas correctoras. Que sepan que lo duro no son esas medidas, lo duro es estar en el paro. Ahora tienen agallas de levantarse contra la "auctoritas" de un gobierno que ha recibido la plena confianza de los españoles. Ante el problema de los parados no han dicho ni pío, pues su problema son los trabajadores, que no los parados. Contemplamos estupefactos los insultos a un gobierno nacido de las urnas, que intenta contra viento y marea dar solución a la grave situación heredada. Prefieren la demagogia, calentar las calles, el argumento del miedo y mentira. No les importa la imagen negativa hacia el exterior, ni incluso "helenizar" España.
Rajoy predijo la huelga general. Para los sindicatos y para el PSOE es más cómodo que les sirvan la comida y decir si les gusta o no, pero que la guisen los otros. La reforma es urgente y necesaria. Algunos piensan que incluso se queda corta. Las reformas de Zapatero no mejoraron las condiciones del trabajador. Creció el paro hasta el 23,3%, el mayor de toda Europa. Y el paro juvenil llega hasta el 53%. La reforma del gobierno de Rajoy tiene el respaldo y beneplácito de Bruselas, de la patronal y de millones de trabajadores. A las centrales sindicales no les gusta. ¿Saben porqué?... Porque los sindicatos son refractarios a cualquier reforma que afecta a sus privilegios. Esto es lo que realmente duele a los sindicatos. La gente entrevistada, en su gran mayoría, no apoya la huelga general, incluso manifiesta que la reforma del Gobierno merece ser escuchada y esperar su resultado. La gente no se presta al capricho sindical, cuyas recetas son responsables de la actual situación económica que padecemos. La huelga general no va a solucionar los problemas de España. Pese a todo, las centrales sindicales de izquierda pretenden no bajarse del burro y mantenerse en sus trece. Algo huele mal en las estancias sindicales. Sabemos que cobran un 10% de los despidos de los ERES, centenares de millones del Estado, de las autonomías y ayuntamientos. Embolsan mucho dinero de los llamados cursos de formación. Manejan centenares de empresas… pero, mira por donde, no disponen de una "caja de resistencia" para ayudar a los parados, ni de comedores sociales para los necesitados.
Los sindicatos están creciditos y afea verles chupar los pechos del Estado. No es aceptable que mantengan su estructura gracias a caudales públicos. No gozan de prestigio en la función pública y pierden miles de afiliados. Las cuotas sólo representan el 26% de su financiación, el resto, el 74%, procede de subvenciones del Estado. Temen que estas reformas pongan en peligro su poder e influencia y que se produzca un descalabro sindical. Esto explica la razón de la huelga.
Es lamentable observar cómo el Partido Socialista se arroja en los brazos de los Sindicatos de izquierda. Olvida su responsabilidad y pasa olímpicamente de su bochornosa derrota en las urnas. Se niega hacer autocrítica de su situación actual. Se empeña en dar la imagen de un PSOE callejero y revolucionario, mano a mano con las centrales sindicales. Cada oveja busca a su pareja. Les tiene sin cuidado que esta huelga general nos cuesta más de 7 mil millones de euros.
Estamos plenamente seguros que más del 90% de los que irán a la huelga no han leído el texto de las reformas. Van "de oídas". En otras reformas hubo silencios y abrazos. En esta, amenazas. Los ciudadanos no son corderos que se dejen pastorear por las centrales sindicales. Necesitamos con toda urgencia una Ley de huelga, que imponga el respeto a los que quieran ir a su trabajo e impida la parafernalia de los piquetes sindicales. No importa que chillen y griten, estamos en un país libre. Sí importa, y mucho, que respeten la libertad de los ciudadanos ante la huelga. Si gritan es que cabalgamos.
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