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Las tardes del otoño en la comarca del Palancia suelen traer crepúsculos tan espectaculares como estos.
"Era uno de esos atardeceres rojos en los que las nubes parecen arder y hasta el color de la tierra se altera a los ojos que la ven. Los viejos dicen que es señal de viento y hasta polvo llevaba mi aliento de tanta sed."
Fragmento de la novela "Las memorias del Infante Fortuna".