Pere Ferrer/EPDA Así somos de fantásticos aquí, seguimos
invirtiendo millonadas para que llegue el AVE a una docena de capitales de
provincia, mientras no somos capaces de poner al día la red de principal
demanda: cercanías. Se apuesta por el tren como el menos contaminante, como
opción de mejora de la movilidad frente al vehículo privado y, en cambio,
dejamos a su suerte a los principales usuarios del mismo. Son muchos
estudiantes y trabajadores los que se suben al tren a diario, casi tantos como
los que han tenido que buscar alternativas para no poner en riesgo clases o
empleo, mientras el resto ya transitan por el andén decepcionados.
Y llevamos una legislatura y
media para empezar a hablar, ahora, de aparcamientos disuasorios, cuando el
usuario de a pie se harta de ver solares y descampados en las diferentes
entradas a la ‘city’, que a su vez se hallan cerca de estaciones de metro o
tranvía. Y ha tenido que mediar una recién llegada al Ministerio de
Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, con una trayectoria desconocida, por
otro lado, en el ramo, para anunciar, días atrás, que nos enviaba ocho
maquinistas, porque a la famélica red de cercanías, además de puntualidad,
mejores frecuencias y presencia en núcleos históricamente reclamados, le faltan
además, maquinistas, será que la pandemia ha sacado a relucir la escasez de
estos profesionales.
Desde luego, hacemos un flaco
favor a todas las políticas de movilidad si reparamos en todas estas carencias
sin ponerles solución en el tiempo.
Un dato de 2019, antes de la
pandemia: el transporte ferroviario fue utilizado en España por más de 636
millones de viajeros, un 1,7% más que en 2018, de los cuales 568 millones
correspondieron a usuarios de Cercanías; 33,2 millones a Media Distancia y 34,5
millones a Larga Distancia. Curiosamente, las inversiones no van en la misma
proporción que nos marcan las estadísticas.
Pero alegrémonos ¡tenemos AVE! Y
en breve para todos los bolsillos, a ver si así invertimos el porcentaje de
usuarios que recurren a esta costosa plataforma. Y la
Comunitat Valenciana es aún peor reflejo de lo que sucede en España, ya saben
aquello de la infrafinanciación y encima, como moraleja irónica, en Albuixech
tenemos Stadler Valencia, el centro de
competencia de locomotoras de línea, locomotoras de maniobras, metros y
vehículos de vanguardia para el transporte urbano. ¡Ya podríamos ser banco de
pruebas privilegiado… pero no, otro tren pasará!
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