Toni QuintanaAnte todo y en primer lugar felicitaros el año nuevo y en segundo lugar, considero oportuno compartir con todos los lectores de esta publicación que tan amablemente me brinda la posibilidad de expresar mis puntos de vista el hecho de que hace apenas unas semanas ha sido designado como nuevo director general de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Se trata, sin duda, de un cargo de enorme responsabilidad y quiero agradecer, por una parte, la confianza que ha depositado en mí el Consell y, de otro lado, reafirmar mi compromiso con el sector agrario y, por supuesto, con las gentes de esta comarca. Creo, precisamente, que mi condición de habitante de unas de esas zonas llamadas “del interior” me proporciona una visión directa de su problemática específica y me confiere plena conciencia de su incuestionable valor estratégico en términos poblaciones, económicos, medioambientales y paisajísticos.
Por el mantenimiento, sostenible y rentable, de esa forma de vida, de esa cultura rural, es por lo que estamos luchando en la Conselleria de Agricultura y durante los tres años que aún quedan de la actual legislatura vamos a seguir profundizando en la puesta en marcha de todos instrumentos que permitan alcanzar ese objetivo.
Contamos ya con las bases necesarias para apuntalar un futuro mejor y los presupuestos aprobados para el sector agropecuario así lo reflejan, al tiempo que vienen a ratificar la apuesta inequívoca del Consell por un colectivo que sigue siendo fundamental para nuestra económica y que constituye, además, una parte sustancial de nuestra idiosincrasia como pueblo.
Los números así lo corroboran, ya que no en vano las cuentas de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica correspondientes al ejercicio 2021 experimentan un nada desdeñable incremento del 12,5%, que se sitúa por encima de la media del aumento presupuestario de la Generalitat. Suben las dotaciones de las principales partidas y queremos, sobre todo, centrar nuestros esfuerzos en potenciar aquellas iniciativas que tengan por objeto la introducción de cambios que permitan mejorar las estructuras productivas en todas sus vertientes y facetas a fin de dotar al sector del músculo necesario para poder navegar con garantías, y por si mismo, en las procelosas y revueltas aguas de un mercado global y más exigente que nunca.
Son muchos y de variada índole los retos que tenemos que afrontar: los problemas de rentabilidad, la mejora de la sanidad vegetal, la plasmación de la nueva PAC -cuyas directrices han dado, tradicionalmente, la espalda a los cultivos mediterráneos-, los acuerdos con terceros países, que suelen traducirse en condiciones de desventaja competitiva que nos perjudica, sin olvidar tampoco la necesidad de introducir la tecnología y la innovación en la agricultura, tal como ya están haciendo otros países y algunas de las empresas más vanguardistas de este país. Tenemos, en suma, que ser capaces de definir, perfilar y concretar entre todos un modelo de agricultura y ganadería que resulte competitivo y responda a las demandas de los consumidores.
El año que dejamos atrás ha sido dramático por los efectos de la maldita pandemia, que también han repercutido de forma negativa en el sector, y el que ahora arranca tampoco ha comenzado bien, pero estoy convencido de que la unidad y la responsabilidad colectiva nos permitirán salir finalmente victoriosos.
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