Hoy es 25 de noviembre. Hoy es el
Día Internacional Contra la Violencia de Género hacia la Mujer.
En este día, no puedo dejar de
pensar en el testimonio de una amiga. Ella
me ha llegado a confesar como se sentía:
“Fracasada, inútil, desgraciada… ¿Lo habré
hecho mal? ¿Habré perjudicado a mis hijos? He destrozado mi familia. Todo es culpa mía… Hasta que un día vi la LUZ que me
dio el valor suficiente para decir ¡basta ya!
Y salir de allí. ¡Ahora soy feliz!”.
¿Cuánto sufrimiento y dolor tuvieron que
soportar las hermanas Mirabal (impulsoras
del 25N)? ¡Qué valientes fueron en sus decisiones y en su lucha por la democracia y
la libertad! No cesaron hasta morir por hacer un posible mundo mejor. ¿Y Mireia, Encarna o Jéssica?.
¿y sus hijos...?, que no tuvieron el valor para decir: “¡Basta ya!”.
Vivimos momentos difíciles, de miedo e incertidumbre por la pandemia. Si el confinamiento ha sido duro para todas las familias…
¿os habéis parado a pensar cómo habrá sido
para ELLAS?
Entre cuatro paredes, indefensas y expuestas. Y mientras, nosotras ¿qué hacemos? Pelearnos por ver qué partido político se lleva el
mérito, la medallita o los votos; o a quién excluimos de esta lucha que es mía y no tuya… Esto no va de partidos, no queramos ser las protagonistas del relato, esta historia es real, va de
ELLAS y por ELLAS.
Como profesora, creo que es tan importante que los jóvenes reconozcan qué es y qué no
es amar. Cómo distinguir entre una relación basada en el cariño y el respeto mutuo. La nuestra es una tarea difícil, pero no imposible, porque la práctica es la vida real.
Como política creo que hay que ponerse a
trabajar, desde la prevención, vigilancia, acompañamiento y legislación. Hagámoslo unidas.
Luchemos por ELLAS, estando a su lado, escuchándolas, animándolas, cuidándolas y mimándolas. En resumen, amándolas.
Si unimos estas dos facetas, la política y la
educación, podríamos ayudar a muchas más
mujeres. Y si, además, unimos cada uno de
nosotros todas nuestras fuerzas en hacer más
humanos nuestros entornos, en mirar a nuestro alrededor, en desprendernos de nuestro
yo y en atender otros yo es que claman nuestra atención. Seguramente entonces descubriremos una manera de cambiar el mundo y podremos decir,