Toni Quintana Llevo ya nueve meses en los que el único proyecto que escucho por parte de los dos líderes que representan a las derechas de nuestro país es el insulto, la bronca y por lo tanto la desesperanza.
Pertenezco a una generación que nació en la agonía de una dictadura y que por suerte se ha criado en la plenitud de nuestra democracia.
Una época en la que la libertad de expresión ha sido una normalidad establecida y donde se han alcanzado los mayores progresos sociales y democráticos de la historia de nuestro País.
Pero lo que está ocurriendo actualmente, tanto con el señor Casado como con el señor Rivera –sobre todo con el primero–, no es normal.
Llevo nueve meses escuchando primero, que estábamos gobernando con un pacto oculto con los que querían romper España. Luego mas tarde, que volvíamos a estar pactando unos presupuestos generales del Estado a cambio de la independencia de Cataluña y de sacar de las cárceles a los presos de la banda terrorista ETA.
Nada de todas esas falacias ocurrieron, evidentemente. Por el contrario, fueron las derechas las que, junto a los independentistas catalanes, votaron en contra de unos buenos presupuestos, sobre todo para nuestra tierra y para aquellos que peor lo han pasado durante la crisis económica.
Pues aun así, ellos siguen chillando e insultando. Nos siguen estableciendo cordones sanitarios, nos dicen que hemos abandonado la Constitución.
Ya lo dijo estos días atrás el auténtico líder del Partido Popular, el señor José María Aznar. El expresidente reconoció que ahora sí, este era el verdadero Partido Popular.
Qué casualidad, lo dice una persona que basó también, al igual que su discípulo Casado, el discurso político en el insulto, la mentira y el rencor.
Por eso el próximo 28 de abril una gran mayoría de Españoles y Españolas, que están cansados del enfrentamiento, que están hartos de que la política no les dé soluciones a lo que de verdad importa, a sus problemas reales del día a día, a la educación de sus hijos, a la sanidad, a que la ley de la dependencia –de verdad– dote de recursos económicos a quien los necesita, a que las pensiones sean más justas, o simplemente aspiran a vivir en un país con esperanza, con futuro, donde el discurso político no esté lleno de estridencias, de odio y, por lo tanto, de desesperanza.
Por eso espero que las declaraciones sobre las manos manchadas de sangre y todo este tipo de sainetes extremistas den paso a propuestas económicas, sociales y de modelo de sociedad para nuestro país.
Y que la gran mayoría de nuestro país, de nuestra Comunidad Autónoma, nuestra comarca y de nuestros municipios, hablen el próximo día 28 en las urnas y digan ¡BASTA YA!
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