Juan Benito Rodríguez Manzanares. EPDAUn año más, nos
encontramos inmersos en una serie de celebraciones que van unidas de
manera inseparable, las cuales son:
31 de octubre:
Halloween o Noche de las brujas.
Donde la línea que
une el mundo de los vivos con el de los muertos se estrecha en
extremo y los espíritus pueden pasar al mundo de los vivos. Los
buenos son festejados por sus familiares y los malos rechazados,
supuestamente por las brujas.
1 de noviembre: Día
de todos los Santos.
Día en que
recordamos a todos los difuntos que ya no están en el purgatorio y
han obtenido la Visión Beatífica.
2 de noviembre: Día
de todos los fieles difuntos.
Día en que se reza
por las almas de todos los difuntos que aún permanecen en el
purgatorio expiando sus penas, para que puedan salir pronto de él.
Mas, tomaré el día
de Halloween, o como en España se ha llamado siempre, la Noche de
las Brujas, como punto de partida, pues, como he citado, parece ser
que eran las brujas las encargadas de alejar a los malos espíritus.
Mas, sea lo
antedicho real o leyenda, lo cierto es que las brujas existieron, e
incluso se afirma que existen en la actualidad, y Valencia no fue un
lugar ajeno para las brujas, pues el primer juicio por brujería que
se realizó en tierras valencianas, se realizó en 1357 en el cual
compareció ante el provisor
Bernardo Doménech una mujer que fue denunciada por bruja, cosa que
era enormemente fácil hacer, pues quien quería denunciar a alguna
«bruja», tan sólo debía ir a la calle de Navellos, donde la Santa
Inquisición tenía su sede y su cárcel.
Sobre el siglo XV,
los jurats consellers (jurados consejeros) y el
Justicia,
se reunían en la Casa de la Ciudad, lo que hoy en día sería el
Ayuntamiento, que según el canónigo historiador Roque Chabás y
Llorens (Denia, 8 de mayo de 1844 - ibidem, 20 de abril de 1912),
estuvo situada en un principio en la Plaza de la Almoina (Limosna) y
posteriormente en la plaza que encabeza de calle Caballeros, y de
esas reuniones salió el «Manual de Consells» («Manuel de
Consejos») o libro de actas que, Valencia publicó el 3 de enero del
1413, ordenando que ninguna persona de cualquier condición
consultase a brujas, adivinos o similares, sea lo que fuere que sea
lo que deseasen solicitarle.
A consecuencia de
estas denuncias y otros medios, conocemos una larga lista de brujas
valencianas como: Esperanza Cafabregues, Felipa «la Negra», Úrsula
Navarro, Violante Mascó, Juana Torrelles «la Paridera», Catalina
Ruíz, Mari Cabello, Esperanza Ramón, Tecla Sirvent y muchas más. A
las que solían acompañar algunos brujos como: el presbítero
Nicolau Gerni, Juan de Chaves, Pedro Sancho, el tintorero Pedro
Gregorio, el canónigo Miguel Maestro, Damián Andrés y el fraile
Antonio Rodríguez entre otros, los cuales ponían una vela a Dios y
otra al diablo.
La mayor cantidad de
brujas se contabilizó entre los siglos XVI y XVII, y según nos
comenta Àlvar Monferrer Monfort (Valencia, 1940) en su ensayo
«Bruixes, dimonis i misteris» («Brujas, demonios y misterios»),
en Valencia no se quemaron muchas brujas.
Aun así, la
historia de las brujas en Valencia marcó fuertemente la ciudad, pues
incluso hubo una calle que tuvo el sobrenombre de la «calle de
las brujas», actualmente llamada, calle Angosta del
Almudín, que discurre tranquila e iluminada flanqueada a una
parte por la fachada del Almudín y a la otra por las fachadas de
edificios privados.
Esta calle es uno de
los callejones más estrechos de la ciudad del Turia, y en el tiempo
en que no había luz eléctrica, fue uno de los más oscuros de la
ciudad, y, además, hasta 1862 estuvo cerrada por ambos extremos con
unas rejas que se cerraban al llegar la noche y se abrían al clarear
el día haciendo que durante un largo tiempo de la historia de esta
calle, gran parte del día estuviera cerrada al libre paso de los
vecinos de la ciudad y esto unido a los malos olores que despedía y
los extraños ruidos que provenían de ella, favoreció y fomentó
aún más la leyenda o quizá la realidad, de que en ese estrecho,
sombrío y a veces tétrico callejón vivían brujas.
Según el citado
historiador, Àlvar Monferrer, la bruja que estaba más extendida,
era la del tipo «celestina», que eran a las que
recurrían las mujeres que no habían encontrado el amor, para que
estas les hicieran unas pócimas o filtros para, con ellos, engatusar
y enamorar a su hombre deseado.
En este sentido
tenemos el caso documentado de Esperanza Badía, una
mujer que se quedó huérfana a los 9 años y que con 13 años se
casó con un hombre llamado Francisco M. el cual la dejó embarazada
y la abandonó. Con el paso del tiempo Esperanza se enamoró de
Andrés Berenguer y acudió al citado callejón para que las brujas
le hicieran un filtro con el que conseguir a su amado, pero la pócima
no surtió efecto y Esperanza Badía decidió convertirse en bruja y
con el paso de los años llegó a ser una de las brujas más activas
de Valencia.
Pero las envidias y
otros supuestos, hicieron que en 1655 la denunciaran ante la Santa
Inquisición y fue apresada junto a numerosos brujos y brujas más,
en total cuarenta, treinta y una mujeres y nueve hombres. Algunos de
los apresados recibieron cien latigazos, y otros doscientos, cien en
privado y cien en público ante el gentío que se acercaba a ver este
tipo de eventos, de castigos.
Otras versiones de
otros historiadores, tan sólo apuntan a que en el callejón llamado
«de las brujas», tan sólo vivirían una o más curanderas que
destilarían algún remedio con plantas y que, además, cumplirían
las funciones de matronas llegado el caso.
Mas, fuere como
fuere, Valencia tiene bien marcada su historia de brujas, las cuales
incluso las unen de manera fuerte y directa a los grandes prostíbulos
que tenía Valencia en la Edad Media, quizá los más grandes de ese
entonces.
Pero, como Valencia
no sólo cuenta con historias de brujas, en otras ocasiones
hablaremos de sus santos, pues contamos con una buena nómina de
ellos como: San Agatángelo (Colonia romana de Elche, ca. 253 - entre
el 303 y el 323); San Bernardo de Alzira (Alquería de Pintarrafés,
Carlet, España, ca. 1135 - 20 o 21 de agosto de 1180 Alzira, España,
1181-1); San Pedro Pascua (Valencia, Imperio Almohade, ca. 1227 -
Granada, Reino Nazarí de Granada, 6 de diciembre de 1300); San
Vicente Ferrer (Valencia, Reino de Valencia, 23 de enero de 1350 -
Vannes, Reino de Bretaña, 5 de abril de 1419); San Francisco de
Borja (Gandía, Reino de Valencia, 28 de octubre de 1510 - Estados
Pontificios, Roma, 30 de septiembre de 1572); San Luis Bertrán
(Valencia, Reino de Valencia, 1 de enero de 1526 - Valencia, Reino de
Valencia, 9 de octubre de 1581).
Valencia es sinónimo de cultura.
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