Adrián NavalónEl PP de Andalucía prometía bajar los impuestos para ayudar a las familias y ganó las elecciones. Lo que se les olvidó decir, o lo que nadie en la prensa andaluza acertó a preguntarle al "moderado" Bonilla era a qué familias pensaba ayudar.
Recordarán que el PP prometió bajar el IVA (que pagamos todos) y que cuando gobernó lo subió del 18 al 21%; prometió bajar el IRPF y de nuevo lo subió; también subió los impuestos especiales, como el del tabaco o el del alcohol; Rajoy nos metió 4,8 céntimos por litro de gasolina para pagar los desmadres de las concesiones de las autopistas; subió hasta el impuesto de sociedades, es decir, el de las empresas (empresas pequeñas incluidas). Como podemos ver, el PP promete rebajas de impuestos como mantra pero no cumple, utiliza los impuestos como un reclamo, como un engaño.
El PP de Andalucía (y después el de Murcia y de Galicia) ha suprimido el impuesto de patrimonio, es decir, ha cumplido su compromiso (ideológico) de ayudar a las familias, concretamente a ciertas familias, a las familias de las 20.661 fortunas de Andalucía, a las familias de las fortunas que tienen de media declarada más de 2,7 millones de euros. En total se estima que el PP de Bonilla le está perdonando a los ricos de Andalucía 120 millones de euros con la falsa excusa de atraer inversiones; 120 millones que pueden suponer el cierre de miles de camas de hospital o la no renovación del profesorado que se jubile. Los regalos de Bonilla a los más ricos se traducen en recortes a los derechos de la gente humilde.
Luego dirán que la sanidad pública no funciona, que mejor hazte un seguro privado por 35 euros al mes, eso sí, para tratarte el cáncer, la hepatitis, o la operación para coserte el dedo que te has cortado en el trabajo te vas a la sanidad pública que el eficiente y justo seguro no te lo cubre. Luego dirán que la educación pública no funciona, que mejor lleva a tus nenas y nenes al cole concertado donde les dirán que la teoría de la evolución no existe, que los hombres venimos del barro y del soplo de vida divino y que las mujeres, siempre en una posición subordinada, vienen de la costilla de Adán y son el germen del pecado.
Llegados a este punto el dilema que afrontamos es sencillo: ¿queremos que los ricos se libren de pagar impuestos para deteriorar los servicios públicos? No, justo al contrario, creemos (y así lo establece la Constitución) que quien más tiene más debe aportar al erario público, más debe arrimar el hombro y todavía más tras el contexto de post pandemia y en una crisis económica derivada de una guerra que desde luego no hemos provocado.
El dilema para nosotros tiene una respuesta sencilla, queremos una sanidad mejor de la que tenemos y por tanto necesitamos más recursos y a la vez nuestra sociedad necesita que esos recursos sean recaudados de forma más justa.
Necesitamos que la salud bucodental y la oftalmología estén también cubiertas por lo público: masticar bien y ver bien son aspectos fundamentales de la vida, son derechos humanos. La respuesta al dilema es sencilla, queremos escuelas mejores, institutos mejores y mejores universidades. Queremos más profesoras y profesores con menos alumnos por aula para que puedan hacer mejor su trabajo.
En tu mano está elegir entre quienes regalan dinero a los ricos y destrozan lo público a través de rebajas fiscales y de corruptelas que roban lo que es de todos o elegir entre quienes hacemos una apuesta decidida por lo público para garantizar los derechos más básicos. Nosotros lo tenemos claro, siempre trabajamos para la gente y para la ampliación de los derechos y para seguir haciéndolo, para hacerlo mejor todavía y con más fuerza, tú y tu apoyo sois imprescindibles.
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