P. Valenciano ¿Nos encontramos ante el fin de las televisiones
públicas en España? ¿O al menos como las conocíamos hasta ahora? ¿Veremos
cerrar cabeceras históricas del periodismo escrito? Si observamos la deriva de
televisiones públicas autonómicas como Canal 9 o Telemadrid y en qué punto se
encuentra Televisión Española (TVE), la respuesta apunta hacia el sí. El
cierre de periódicos históricos se antoja más improbable a corto plazo, pero
todo va a depender de los grandes grupos de comunicación, hasta dónde están
dispuestos a perder con alguna cabecera regional.
Son malos tiempos para casi todo en España, incluido
el periodismo, quizás uno de los sectores más hundidos después de la
construcción. La crisis económica ha llevado aparejada una crisis publicitaria
sin precedentes, lo cual, unido a la irrupción de internet, ha llevado a que
todos los medios de comunicación -tanto de radio, prensa como televisión-,
hayan tenido que realizar ajustes, en algunos casos muy severos.
Cuatro años seguidos de reducción de la inversión
publicitaria en unas empresas con unas estructuras propias de la época de vacas
gordas, han obligado a mover ficha a las empresas para mantener cabeceras históricas
en este país. Ninguno de los grandes periódicos se han salvado de aplicar EREs
para adelgazar sus plantillas y reducción de sueldos para mantener a flote la
nave en las turbulentas aguas de una tormenta publicitaria que todavía no ha
terminado. En el caso de Valencia, han cerrado gratuitos, los periódicos
nacionales con delegación han dejado la edición de Valencia en la mínima
expresión y las dos cabeceras valencianas más leídas, Las Provincias y Levante,
han ido reduciendo sus plantillas con EREs o despidos paulatinos.
El caso
de la prensa escrita es especialmente complicado por cuanto tienen que luchar
contra el hundimiento de la inversión publicitaria -haciendo ajustes de
plantilla muy dolorosos-, pero también con la irrupción de los medios
digitales, lo que ha hecho que el número de lectores que compran prensa de pago
también se haya hundido ante el fácil acceso a internet. Aunque difícilmente
puede compararse un digital con un periódico de papel, lo cierto es que,
proclamas románticas aparte, la realidad es tozuda.
En el
mundo de la radio la cosa no pinta mejor. Si nos atenemos a las grandes emisoras,
los apuros económicos también han obligado a mover ficha con un claro objetivo:
aguantar y sobrevivir a la crisis. La primera gran damnificada de la misma ha
sido Punto Radio, que en Valencia fue antes LP Radio (Las Provincias Punto
Radio), después LP Punto Radio y en los últimos meses era ABC Punto Radio, tras
la compra de la cadena que impulsó Luis del Olmo por parte del Grupo Vocente,
al que pertenece también el periódico Las Provincias.
Pero
volvamos al mundo audiovisual. ¡Un auténtico desastre! Y como diría El Gran
Wyoming, ¡la que ha liado Zapatero! Porque fue el gobierno del ex presidente
socialista el que decidió conceder dos licencias de televisión al Grupo Prisa
-El País, Cadena Ser- para crear Cuatro y Mediapro y otras productoras para
crear laSexta. Después vino el proceso de desarrollo de la Televisión Digital
Terrestre (TDT), otro desastre, puesto que la inmensa mayoría de licencias se
dieron a grupos amigos de cada gobierno autonómico, de manera que donde gobernaba
el PP las licencias fueron para grupos de derecha, las gobernadas por el PSOE a
grupos de izquierda y las gobernadas por nacionalistas a grupos igualmente
afines ideológicamente.
¿Qué nos
ha traído la TDT? ¿Mayor pluralidad? ¿Más variedad? En absoluto. En un primer
momento, así lo vendieron los aparatos de propaganda, pero poco a poco el proceso
ha terminado con dos grandes grupos de comunicación -Mediaset y Grupo Planeta,
que controlan casi el 90% de la tarta publicitaria- y con Televisión Española
en caída libre, después de dejar de emitir publicidad y con un presupuesto que
apenas le da para mantener los Telediarios y alguna serie de ficción. El resto
de la parrilla de la televisión pública de todos los españoles se conforma con
refritos, repeticiones y programas de saldo que no conectan con la audiencia.
Con el
desmantelamiento progresivo de la TVE potente que lo era hasta hace un año, la
tele pública ha pasado de liderar el 2011 a quedar en tercera posición en el
2012. Y lo peor de todo es que la situación de TVE todavía puede empeorar si la
situación económica general no mejora.
Pero más allá
de las dificultades coyunturales, el verdadero drama de las televisiones
públicas es una cuestión estructural: los gobiernos que han regido España y las
comunidades autónomas han utilizado ‘sus’ televisiones como medios
propagandísticos -unos gobiernos con más desvergüenza que otros- y, para lograr
su objetivo de manipulación, no han dudado en aumentar exponencialmente año
tras año sus plantillas, hasta llegar a un punto, con la crisis actual, que ya
no hay quien sostenga tal estructura y, lo que es peor, una deuda que ha ido
engordando sin parar. De ahí que Telemadrid y Canal 9 hayan impulsado ‘in
extremis’ EREs muy radicales. Son las primeras, pero no serán las últimas.
Habrá que estar atentos a la catalana TV3 y muy especialmente cuál es el
futuro próximo de Televisión Española.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia