Héctor González. /EPDAEn 2011 tuve la suerte de visitar Vitoria. Quedaban escasos meses
para que ostentara la capitalidad verde europea y ya mostraba
exultante sus futuras credenciales. Recorrías la ciudad y
comprendías los motivos del merecido reconocimiento. En 2017 estuve
en Nantes. Cuatro años antes había ejercido igualmente de Capital
Verde Europea, una distinción en la que te insistían todavía en el
recorrido guiado y que leías en diversos rótulos.
En 2014 quiso el destino que
transitara por Copenhague el mismo año de una capitalidad que
igualmente lucía con desparpajo, como lo hizo Ljubliana en 2016 y
fui testigo cinco años después de los rescoldos de aquel logro, que
todavía resultaban más que visibles en llamativos carteles. Y en
2024 le llegará el turno a Valencia.
Este título no es uno más, sino
uno de los que más aporta. En un mundo en el que se escribe y habla
machaconamente de ecología, contaminación o medio ambiente,
convertirse en el paladín del verde natural urbanita otorga un
pedigrí especial, un marchamo de calidad. En la práctica, supone la
acreditación que remata el trabajo de décadas.
Y, desde
luego, la base sobre la que se ha cimentado este logro la constituye
el inigualable Jardín del Túria, un kilométrico trazado verde
multifuncional que se gestó en la década de los 50 del pasado
siglo, tras desbordarse el río sobre su cauce, y que ha ido
evolucionando con los proyectos impulsados por gobiernos municipales
de diferentes partidos. El actual ha aportado, como hecho más
visible, la instalación de las casetas con inodoros y retretes, que
no es poco aunque podría haber sido más.
También lo que hay se lo debemos a
mecenas como Juan Roig que, con su Fundación Trinidad Alfonso, donó
a la ciudad el circuito para corredores que atraviesa el cogollo del
Jardín del Turia.
En cualquier caso, por encima de
nombres, de siglas políticas o de ideologías, haber conseguido el
título de Capital Verde Europea constituye todo un hito y,
principalmente, la reafirmación de que Valencia se ha consolidado
como una ciudad de primer orden en Europa. Un nuevo motivo de
orgullo. Para recordarlo cuando nos flagelemos con autocríticas.
Valencia es mucho. De momento, en 2024 será la Capital Verde
Europea.
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