Dos festeras de l"Asunt por delante.... FOTO J. S.M .
Rafa Martínez en el coso. FOTO J. S. M.
... y por detrás. FOTO J. S. M.
El coso taurino de Casinos. FOTO J. S. M.
Manolo Porro en la ambulancia tras el susto. FOTO J. S. M. En la Monumental del Calvari de Casinos se han dado cita tres lujosas tardes
de vaquillas y toros embolados por la noche. Todos, aficionados y organizadores, están muy contentos
con el desarrollo del acto. La ganadería de Gregorio de Jesús hizo
las delicias del público al son de clarines y con paseíllo de los clavarios
tocados con capas rojas de paseo. La noche era perfecta para una embolada
maravillosa.
Manolo Porro “embolador”
y Rafa Martínez, su asistente, se esforzaron por que el toro que iban a
embolar resultara del agrado del público, no solo la embolada, sino también el
recorrido que efectuaría la res.
Nada más
lejos de la realidad. Apagan las luces de la plaza y sale el cajón de donde saldría
el animal, Manolo Porro, estaba de pie encima del cajón donde estaba el toro
encajonado y más de cuarenta jóvenes sujetaban la cuerda para amarrar el toro
al pilón. El toro empieza a dar saltos dentro del cajón y el cajón empieza a
moverse cual barco velero sobre la arena de la playa. Al ver las embestidas de
la res, los jóvenes comienzan a soltar la cuerda y como se dice en estos casos abandonaron
la empresa, quedando pocos jóvenes con la cuerda en la mano.
Al tercer
intento y tras hacer piruetas acrobáticas Manolo Porro, encima del cajón, sale
el animal y las bolas que le tenían que colocar en los cuernos, aún no estaban
en la plaza. El nerviosismo iba “in crescendo” al ver el ímpetu del animal de
mas de cuatrocientos kilos, por fin consiguen amarrar al pilón al toro, que enfurecido
no se dejaba tocar. En el intento de colocar las bolas, Rafa y Manolo se
esmeraron al máximo, pero cual fue la sorpresa que a la hora de cortar la
cuerda por estar apagadas las luces, en vez de cortar la cuerda, cortaban la
madera del pilón, y Manolo Porro fue lisiado involuntariamente en la acción.
Las llamas
encendidas estuvieron apunto de prender fuego a la ensortijada y buclosa
cabellera de una joven que andaba asistiendo a los protagonistas de la velada teniendo
que intervenir sobre el cabello de la joven que apagaron a palmadas…
Por fin, el
toro salió de su pilón con la bravura de un animal enfurecido en manos de los
valientes jóvenes que no cejaron en el empeño de embolar al díscolo animal. Los
nervios aumentaron al ver como la implacable res buscaba entre los barrotes a
sus valientes aliados. El pánico se apoderó de la monumental, menos mal que el
paso del tiempo apagó las bolas, y pudo ser reducida la bestia para volverla a
guardar en el camión del ganadero, pero los sustos a altas horas de la
madrugada seguían a flor de piel.
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